Cuando aún era estudiante y una alumna particular de doce años me dijo que no podía tocar en mi piano, un Kawai vertical nuevecito, porque el suyo era de cola y no le salía nada, puse los ojos en blanco. Una mocosa no se explicaba que yo pudiera hacer mi último año de carrera en ese sucedáneo de instrumento.
Tuvieron que pasar cuatro años más para que pudiese adquirir el que me ha acompañado hasta hoy: otro Kawai, pero el modelo KG-3D. Es verdad que ya tiene unos años pero el teclado está estupendo y tiene el peso adecuado que yo necesito para estudiar. Después, fuera de mi casa, todos me parecen de mantequilla, y los que son más duros no me suponen ningún problema.
Con respecto a este tema hay tantas opiniones como pianistas. Cada uno creo que debe buscar su piano en función de varios parámetros. Los que considero fundamentales son el sonido y el teclado. Obviamente no incluyo el tamaño porque, aunque he conocido gente con un gran cola en su casa, ocupaba toda la habitación, lo que era un sin sentido. Lo normal es disponer de una habitación propia, un estudio, para la que el media cola es más que suficiente.
Para los que quieren el tamaño más pequeño, el colín, mi consejo es que suban un nivel porque los bordones de este pianito no aguantan una buena obra del Romanticismo. Y, claro, ya puestos en el 2, por un pequeño esfuerzo nos instalamos en el 3. Que quede claro que hablo de pianos de estudio y por eso mismo tienen que acercarse lo más posible al resultado sonoro que queremos conseguir. Es como si para correr en Fórmula 1 entrenásemos en un Renault Clío, por ejemplo. Ya sé que todos (o casi) queremos un Steinway gran cola pero el precio no se lo pueden permitir ni siquiera muchas salas de concierto. Por eso llegaron los japoneses, y ya tampoco son baratos.
Y del sonido podríamos estar discutiendo hasta el fin de los tiempos que cada uno tiene su ideal en la cabeza (hasta que oye otro que le gusta más). Si el piano es nuevo, aconsejo que no sea muy chillón, estridente, porque lo normal es que el tiempo acabe 'abriéndolo'. De fábrica siempre llegan un poco sordos, así que, a veces hay que intuir hacia dónde tirará.
De todas formas, me interesaba, más que hacer un anuncio de pianos, comentar que cuanto mejor sea el piano mejor para nosotros, pero eso no quita que tengamos que estudiar, sobre todo al principio, en pianos de quinta mano. Aquí interviene mucho la imaginación pero sé de lo que hablo. Antes del Kawai vertical tuve una 'pianola' con una sonoridad espectacular. El tamaño era casi el doble que los actuales verticales y el teclado aguantaba bastante bien el tipo. No lo conservo pero con los años que tenía dio mucho mejor resultado que cualquiera de los actuales con tres o cuatro años de uso intensivo. Lo importante es trabajar a conciencia sabiendo qué resultado buscamos. En la clase del conservatorio ya iremos viendo cuánto nos acercamos y de paso nos acostumbramos a cambiar de piano, que eso sí es para toda la vida. Y el día que damos un concierto en un instrumento de calidad, de esos que cada vez se ven menos, todo lo que logramos en casa a base de esfuerzo sale como espontáneamente, como sin querer. Insisto, ha sido a base de trabajo, no pensemos que porque el piano es bueno nuestro sonido lo va a ser. Esto se ve muy claro en los instrumentos de cuerda: si el Stradivarius lo toca un inútil va a sonar a inútil, no a gloria.
Ya sé que nos quejamos constantemente de los pianos que tenemos en casa pero en cuanto se empieza a dar tumbos, con mucha frecuencia tenemos que 'sufrir' los cascajos que abundan por demasiadas salas, Steinways grandes incluidos.