miércoles, 24 de octubre de 2012

El artesano

Me enseñaron que la única manera de lograr dominar una obra era con tiempo y dedicación. La labor requería paciencia y detalle. Los años, la madurez, la constancia, el rigor y la entrega irían añadiendo a cada partitura un poso que no se puede obtener de ninguna otra forma. De ahí mi idea de comparar nuestro oficio de pianistas con el de un artesano, a la manera antigua.
Parece claro que las prisas que acompañan la vida moderna no colaboran, así como la necesidad urgente de rentabilizar el más mínimo esfuerzo. La producción en cadena está asociada a la optimización de los recursos y quien no lo entienda está desfasado.

Pues bien, yo me resisto, y creo que lo haré siempre, a montar programas como churros, a medio leer cualquier composición para presentarla inmediatamente al público, a no dar vueltas a mi cabeza mañana, tarde y noche en torno a una idea, a ensayar de prisa en un fin de semana escatimando las horas, en definitiva, a no respetar la creación de autores que merecen nuestra admiración.
Cuando abrimos por primera vez las páginas de una obra pianística, se produce un sobrecogimiento casi religioso. Hay una emoción contenida por embarcarnos en una nueva aventura. Aunque podamos tener referencias previas, hasta que nuestros dedos se van deslizando por las teclas no somos conscientes de si esa nueva pieza va a pasar a formar parte de nosotros. Es preciso hacer antes un recorrido visual, más o menos detallado e inteligente, para que los músculos no guíen al intelecto (al igual que en la vida). La impaciencia nos hará sentarnos frente al teclado para 'ver' cómo suena. Enseguida nos atrapará una melodía o, mejor aún, una armonía. Sonidos nuevos aunque familiares, leves descargas eléctricas que nos inducirán al trabajo.
Ahora comienza ese proceso, lento, en el que tendremos que desmenuzar para luego reconstruir. Es posible que, si tenemos facilidad de lectura, en pocos minutos u horas, aquello suene más o menos, pero siempre es engañoso. Hay que llegar al fondo, profundizar, y ya todos sabemos que podemos hablar de años. No significa que no podamos tocar una obra al poco de tenerla en dedos, al contrario, que el rodarla nos va a ir descubriendo multitud de recovecos, de posibilidades distintas, de flaquezas o puntos débiles, de errores de planteamiento. A la vez, los aciertos se reafirmarán y se irán haciendo sólidos. Después llegará una etapa de reposo, de maduración, un tiempo largo en el que olvidaremos, con la distracción de otros trabajos, lo que nos parecía claro. Al retomar, comprobaremos que hasta la velocidad ha cambiado. Todo lo que nos parecía insuperable se volverá asequible. Es el momento de reestudiar, si no nota a nota, al menos frase a frase. Los pedales, la articulación, la línea melódica, los matices, los acentos, la tensión, los puntos culminantes... Todo al detalle para construir el conjunto a la vez que fortalecemos nuestra seguridad.
Y así una y otra vez, año tras año, década tras década, que dicen los que saben que nunca se termina de aprender. Ésa es la grandeza de nuestra profesión, que la música está viva a través de nuestro entendimiento y nuestro arte, eso sí, siempre que la entendamos como una labor de artesanía, como dije al comienzo, sin prisas, con dedicación y con respeto, todo ello fruto de nuestro constante buen hacer.

4 comentarios:

  1. Pues todos los profesores de piano que he tenido, siempre me han hecho estudiar justo al contrario. Que hay que trabajar muy rápido, pues eso es lo profesional ( en piano, en cámara.. ) Además del poco tiempo que el Bachillerato me deja para estudiar, cada evaluación trabajo apresuradamente varias obras. Cuando consigo tenerlas más o menos audibles, tengo que tocar obligatoriamnete en una audición. Después me hace abandonarlas. Empieza otra evaluación con obras nuevas, y así sucesivamente curso tras curso. Tengo la impresión de no tocar nada en condiciones. Toco 3 o 4 veces por curso en audiciones llevando las obras con apuros y siempre a medio trabajar. Lo paso muy mal en público, y no soy el único. No sé si me merece la pena seguir. No creo que me dejen trabajar como dice.
    ¿ Había evaluaciones cuando usted estudió ? Gracias por este estupendo post. Los alumnos de momento, nada de artesanía. Un saludo.

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    1. En primer lugar, alto y claro: ¡por supuesto que tienes que seguir! Hay momentos en que estamos desbordados y nos parece que no podremos llegar, pero hay que resistir.
      Y, en segundo, lo que dices es cierto y lo comento en el tercer párrafo con el rodaje de las obras en cuanto estén listas. Yo voy un poco más allá, justo a partir de ahí, cuando la obra se ha puesto en pie. El curso se queda corto y hay prisa por montar un programa variado, de ahí el estrés y los apuros. Pero mi entrada se refiere a la dedicación casi infinita a una obra, que nunca acaba, a los años en los que evoluciona, crece y se reafirma. Lo comprobarás fácilmente si recoges cualquiera de las que tengas estudiada hace un tiempo. Verás cómo cambia la perspectiva. Ahí es donde sigue la labor del artesano, la de seguir echándole horas y cabeza, y no dar un leve repaso.
      Yo no tuve evaluaciones como ahora pero sí audiciones trimestrales, o sea, que el agobio era el mismo.
      Mucho ánimo y gracias por el comentario. Un cordial saludo.

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  2. Muchas gracias por este post. Me tranquiliza saber que es normal que me sienta agobiado, meten mucha prisa los profesores y no entienden que los pianistas necesitamos más tiempo que otros instrumentistas para tener pulida la obra.
    Un saludo

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    1. Una buena obra está cargada de detalles y sutilezas que se descubren sólo con el tiempo, aunque esto no es incompatible con poder ponerla en pie con relativa prontitud. A veces sólo una fecha nos pone las pilas y ahí nos damos cuenta de que la capacidad que tenemos suele ser muy superior a la que creemos poseer. El problema suele venir de la cantidad de horas reales que podemos dedicar al piano entre tantas otras obligaciones.
      Si hablamos de profesores de otras especialidades, por supuesto que piensan que un pianista es capaz de leer a primera vista el 3ª de Rachmaninoff.
      Muchas gracias por comentar. Un cordial saludo.

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