domingo, 23 de septiembre de 2012

SuperNanny

Una de las ventajas de hacer zapping es que, cuando más tranquilo estás, una imagen, una frase o una idea te golpea en la cabeza, estimulando las conexiones neuronales y removiendo el pasado lejano.
Me gustaría retomar la relación profesor/alumno, ahora que comienza el curso para ambos. Me llamó poderosamente la atención el razonamiento que SuperNanny, en su programa del mismo nombre, hizo a una pareja de padres: "Si cuando vuestro hijo hace algo mal recibe un castigo, o una reprimenda, cuando hace algo bien no puede quedarse sin premio. Hay que reconocerle los méritos para que se vaya educando en positivo y pueda reconocer cuál debe ser su comportamiento" (no es literal, pero sirve).
Traslademos el dulce núcleo familiar (impresionantes los gritos que se oyen en este programa) a la no menos dulce aula del conservatorio (...). El principio que damos todos por sentado es que el profesor debe corregir los errores del alumno hasta llevarlo a la excelencia. Como no nacemos sabiendo y tocar el piano me han dicho que es bastante difícil, es imposible que nos prevengan por anticipado de todo lo que hay que hacer y cómo hay que hacerlo. Lo normal es que nos den unas líneas generales y en cada clase vayamos puliendo lo que vaya saliendo. Hasta aquí, podemos estar de acuerdo.
Pero, claro, a base de estudiar, de observar, de escuchar y de meditar, poco a poco vamos construyendo nuestra manera de tocar que incluirá numerosos aciertos: sonido, digitación, pedalización, fraseo, tiempos, estilo... Si en vez de un profesor de piano tuviésemos delante a SuperNanny, se pasaría la clase entera cubriéndonos de alabanzas. Y al repasar el vídeo de nuestro comportamiento (musical) nos señalaría los pequeñísimos detalles que son susceptibles de mejorar (no sé por qué me ha venido a la cabeza la sintonía de La Abeja Maya).
¿Por qué el alumno tiene que salir de cada clase con sensación de fracaso? ¿Por qué tiene que sentir que el piano no es lo suyo? ¿Quién se cree con derecho sobre nadie para truncar sus ilusiones?
Está claro que el conservatorio no es un país multicolor, que hay condicionantes espacio/tiempo, que no todos los días la pendiente es ascendente, que cada obra nueva necesita su cuarentena y que ni uno ni otro vivimos cual abeja Maya.
Sólo me gustaría pensar que de un intento por cambiar la metodología reprensora, histórica en la enseñanza desde el siglo XIX, sólo podrían salir actitudes positivas, ganas por seguir con el esfuerzo, buenas sensaciones, seguridad en uno mismo, alegría por el triunfo y, fundamentalmente, pérdida del miedo. Si el camino estuviese lleno de estímulos, todos podríamos alcanzar la meta que, serenamente, nos hemos fijado.

No es de recibo, bajo ningún concepto, que un trabajo bien hecho y desarrollado por un alumno pase sin pena ni gloria, sin el más mínimo comentario. Hasta un caballo recibe su terrón de azúcar o un perro su galleta. Y los pianistas no tenemos por qué ser menos que los animales..., ¿o alguien piensa que sí?

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