domingo, 28 de octubre de 2012

Tirar la toalla

Una expresión propia del boxeo que se puede aplicar a cualquier actividad: tirar la toalla. Está llena de contenido y de connotaciones, generalmente peyorativas, y al referirnos a otros no solemos aplicarla con demasiado cariño.
En muchos de los comentarios que recibo me estoy encontrando con que las palabras 'desánimo', 'abandono', 'frustración', 'agobio' y otras del estilo, son demasiado habituales. Pensaba que formaban parte de un pasado, no muy lejano, en el que la enseñanza carecía de pedagogía, era más descarnada, heredera de la no menos famosa frase la letra con sangre entra.
Mi memoria me recuerda a menudo la infinidad de ocasiones en las que eran más fuertes las ganas de dejar el piano que las de continuar. El salir de cada clase con el ánimo por los suelos, el ver que la meta era inalcanzable, la incomprensión, la soledad... Un panorama nada apetecible, la verdad. Y si le añadía el tiempo, los años, en los que la respuesta para cualquier propuesta de diversión con los amigos era tengo que estudiar...
Que uno mismo se pregunte qué hace dedicándose o queriendo dedicarse al piano está bien; cuando es tu profesor el que te lo pregunta..., te quieres morir. Y eso todavía ocurre. Y hay que ser muy osado para emitir un juicio sobre cualquier persona sobre su valía. En esta carrera hay muchos 'patitos feos' a los que les perdimos la pista hasta que los vimos aparecer transformados en bellos cisnes. Insisto, que uno lo piense forma parte del crecimiento, pero quien debe guiarnos está obligado a no meter la pata (que, en este caso, no es la madre del pato; un poco de distensión).
He dedicado muchas entradas a la relación alumno/profesor, siempre con el ánimo de que cualquiera que ame la música y quiera que su vida pase por el piano pueda hacerlo. Esto no es una utopía, es posible. No hay excusas. Por desgracia, o mejor pensado, por fortuna, en última instancia la decisión sólo es nuestra, absolutamente personal. Luego somos únicamente nosotros los que decidimos si seguimos o abandonamos.
La edad en la que comenzamos los estudios es muy temprana y, sin darnos cuenta, nos vemos rodeados de partituras, de apuntes de Historia, de ejercicios de Armonía, de más partituras... Y, además, el instituto. ¿Y cuándo vivimos? ¡Que tenemos una edad maravillosa e irrepetible y nos tiene que dar el sol!
Tenemos que tomar las riendas, que ya hemos demostrado que somos inteligentes y, generalmente, muy maduros para nuestra edad. Mantengamos la cabeza fría y no nos dejemos llevar por un mal día, o varios malos días. Es imprescindible tener clara la idea que nos mueve. ¿Quién dijo que iba a ser fácil? ¿Qué empresa o carrera lo es? Es cuestión de perseverar, de tomar un respiro en un momento de agobio, de airearse cuando el ambiente está viciado y enrarecido, de salirse un poco para tomar distancia y, sobre todo, de no exagerar ni ser dramáticos. En un momento bajo hay que quitar importancia y transcendencia, ver el piano como una asignatura más; o, más sencillo, mirar alrededor y ver las ocupaciones de la mayoría de los mortales.
Si quien nos está dirigiendo sólo se dedica a mostrarnos la puerta de salida, es hora de hacerle caso, pero para buscar a la persona adecuada. En el fondo nos está haciendo un favor pues ya sabemos lo difícil que resulta romper un vínculo. Hay profesores entregados a sus alumnos, que los animan, que les muestran sus virtudes, sus cualidades, que les corrigen los defectos sin hundirlos en la miseria, que los respetan. Y en muchas ocasiones, por cuestiones burocráticas, no están en donde les corresponde, pero están ahí, podemos dirigirnos a ellos, podemos consultarles, pedirles consejo.
Hay que resistir, hay que aguantar. No vivimos en un cuento, esto es la vida misma. Puede que no lo entendamos, que no paro de repetir que somos material sensible, pero hay que apretar los dientes, concentrar la energía que nos quede y reanudar la marcha. Los baches hay que bordearlos y dejarlos atrás, y cuando el camino nos parezca demasiado pedregoso, igual podemos hacer un alto y admirar el paisaje.
 
Agarrémonos a cualquier asidero. Todo antes que tirar la toalla.

7 comentarios:

  1. tu post llega en un momento tan oportuno, y que es lo que te ha hecho no dejar? porque seguiste cuando quisiste dejar?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Porque recordaba que un día decidí dedicarme al piano, con todas sus consecuencias. Eso incluía los días bajos pero, sobre todo, días muy buenos, felices, los días en los que te levantas del piano eufórico porque venciste todas las dificultades tu solo, con tus manos y tu cabeza, los días en que notas que la música sale de ti, los días en que recibes el sincero aplauso del público.
      Esta carrera es una vida y nadie tiene una vida sin obstáculos. Además, no nos pasa sólo a nosotros, ocurre en cualquier profesión, si no, pregunta a tus amigos.
      Como he dicho, aprieta los dientes y a seguir adelante. He oído a muchos artistas mayores que su mayor logro fue resistir, así que, también yo hago caso de su consejo.
      Mucho ánimo y gracias por comentar.
      Un cordial saludo.

      Eliminar
  2. Esto mismo me pasó a mi. Estuve un año en el Conservatorio Cristobal De Morales de Sevilla. Los profesores que tenía solo se dedicaban a indicarme lo poco que tenía de músico y a amargarme, y como dice usted, tomé la puerta de salida, pero a otro conservatorio, en el que recuperé las ganas de tocar el piano,recuperé mi autoestima y ahora deseo terminar grado medio en este conservatorio. Todo gracias a los profesores, que aunque no todos, me han dado ánimos para seguir aprendiendo a tocar el Piano.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Con esas pequeñas pistas, puedo imaginar que los comentarios negativos se suelen emplear por repetición, es decir, son heredados a su vez de antiguos profesores, lo que causa su propia frustración. Lo mejor que hiciste fue tomar las riendas, no abandonar y buscar otro conservatorio. Tan fácil como eso aunque nos pueda parecer un muro insalvable. Los profesores tienen que trabajar con nosotros para sacarnos lo mejor. Igual son ellos los que tiran la toalla antes de tiempo.
      Muchas gracias por comentar y compartir tu experiencia.
      Un cordial saludo.

      Eliminar
    2. Muchas gracias a usted por haber creado y mantener activo este blog. Muchos profesores deberían tomar un poco (bastante) ejemplo de su forma de enseñar. Siento no haberle podido responder antes, pero estoy bastante liado con mis estudios universitarios.

      Un saludo.

      Eliminar
    3. Muchas gracias por tus comentarios tan amables. Si te fijas, he abierto una nueva página en la cabecera del blog donde iré anunciando las fechas de las Master Class que voy a impartir en 2013, relativas a todos los asuntos que trato en el blog. Como verás, la primera, el día 16 de enero, es en el Francisco Guerrero de Sevilla.
      Un cordial saludo y Felices Fiestas.

      Eliminar
  3. nunca me habia sentido tan identificada con un post como en este.Esto mismo me pasó a mi,creo que tenia cualidades..pero por varias situaciones que se dan en la vida tuve que dejarlo,ahora solo me dedico a mi amado piano solo por diversión(aunque me lo sigo tomando tan enserio como cuando iba al conservatorio con cada partitura que me estudio),pero es verdad que muchos profesores no te animan lo suficiente,o tambien no recibes ese apoyo que te animaría muchas veces a seguir cuando estas en los momentos más bajos..en fin¡¡la vida es así,ojala me hubiera ido de otra forma y hubiera podido acabar,solo me queda un año de grado medio..quien sabe¡¡un saludo y gracias por el post.

    ResponderEliminar