miércoles, 21 de noviembre de 2012

Antes de tiempo

Siempre me pasa lo mismo: tengo que tener listo el programa de concierto para una fecha concreta y nunca apuro hasta el final, necesito una antelación prudente que me dé seguridad. Así, puede ocurrir que unas dos semanas antes lo tenga a punto de caramelo. ¿Qué pasa a partir de entonces? Pues lo normal, que me canso, que me aburro, que necesito mantener el nivel demasiado tiempo, un extra que llega a ser, si no agotador, sí innecesario.
Pero, ¿qué hago? ¿Cómo se calcula que las obras estén listas para el recital justo dos días antes, ni uno más ni uno menos? Creo que no es posible. Me gusta recordar que tenemos mucha más capacidad de trabajo, de concentración y de obtener resultados positivos de la que nos creemos o de la que nos han hecho creer. Por eso, cuando arranco con un objetivo a vista, suelo lograrlo siempre antes de lo previsto.

Justo estaba en esta situación este lunes pasado. Tenía que seguir manteniendo lo que ya estaba harto de machacar y, claro, los años te van diciendo que ya está bien de hacer el indio. Por mi cerebro (alucinaríais con su funcionamiento) circulaba a toda velocidad, a punto de provocar un accidente, una frase lejana que me recordaba que no se puede dejar de estudiar, de tocar, pero sí se puede cambiar de obra. Es decir, si sigo sentado al piano con otro repertorio, no necesariamente para el concierto, pero que me estimule, que me haga disfrutar y haga que los dedos continúen su gimnasia necesaria, no me perjudicará en absoluto. Al contrario, hará que esté más tiempo tocando que si el hastío me llegara a cubrir de pies a cabeza.
Y eso hice: abrí el segundo tomo de las Sonatas de Beethoven y comencé a leer y a releer. Como si nada (el estar en dedos es lo que tiene) fueron cayendo la 21, la 27, la 28 y la 30. Con sus fallos y roces por las telarañas, pero eché una tarde 'enmimismado' gracias a estas obras inconmensurables. La otra alternativa era no tocar y vaguear cerca del instrumento por aquello del remordimiento. Tengo que reconocer también que intenté echar el rato con Schubert y Chopin pero no estaba yo para ellos. Beethoven nunca falla pues si no es una será otra la sonata que nos atrape.
Me temo que nunca conseguiré calcular el día y la hora exacta en la que tendré listo un 'encargo', pero si, como siempre me ocurre, llego antes de tiempo, sé que no importa, que eso es bueno porque la cabeza no para de trabajar, pero también sé que no debo dejar que la pereza que causa la repetición me haga bajar el listón alcanzado. Para eso sirve ese montón de partituras que siempre están sobre el piano, para esos momentos en que nos apetece más romper la rutina que obedecer a la obligación.
Y eso también es ser pianista, disfrutar con tantas y tantas obras que nunca vemos el momento de incorporarlas a nuestro repertorio aunque lo estemos deseando.

4 comentarios:

  1. Como siempre muy buena publicación, me identifico (como muchos pianistas, o mejor dicho todos) estoy viviendo actualmente esto de tener que seguir "machacando" la sonata 30 de Beethoven sólo 3 semanas más para exámenes finales, luego podré descansar un ratito :) y como siempre es bueno darse cuenta que pianistas como tu ya con una larga carrera musical también son humanos :)
    Atte: Georgina

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Con el tiempo irás comprobando que tres semanas dan para poner en pie un programa nuevo. De eso iba también la entrada que escribí sobre la memoria en la que citaba a Richter renegando del tiempo que perdemos repitiendo una obra en vez de aumentar repertorio.
      Lo que sí es cierto es que nos pasa a todos y por eso me gusta escribirlo, porque es como si al hacerlo dejara de ser un problema.
      Mi más cordial saludo.

      Eliminar
  2. Tienes alma de psicólogo Alberto. Muchas de tus experiencias nos valen también para los que no tocamos ni una mísera maraca. Gracias wapo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es lo que da tener esta cabecita (¿dónde estará el interruptor?). El piano es la diferencia, por lo demás, todos andamos en lo mismo. ¿Por qué no nos educaron bien desde pequeños?, ¿por qué no nos contaron la película sin trampas?
      Un beso muy fuerte.

      Eliminar