domingo, 13 de enero de 2013

Éxtasis

"Estado del alma enteramente embargada por un intenso sentimiento de admiración, alegría, etc."
Las calles del centro de Sevilla estaban en plena efervescencia debido a las famosas rebajas tras el periodo navideño. A descambiar que se ha dicho. Mi intención era pasear entre el bullicio para, a base de ruido, entretenerme sin más y dejar de pensar. Pero los empujones y la observación del ansia consumista dan para un rato, así que mi otro yo propuso una visita al Museo de Bellas Artes. Gloria bendita.
En total podría haber unos diez visitantes, repartidos por las distintas salas. Nosotros íbamos a tiro hecho, aunque nos desviamos para conocer la exposición temporal dedicada al sevillano José García Ramos, pintor, dibujante, ilustrador y cartelista, de raíz romántica y plenamente costumbrista. Otro desconocido (para mí) de tantos, con una calidad elevadísima.
Decir que conozco de sobra el museo sería un poco osado, entre otras cosas porque se renuevan las obras tirando de los fondos. Esa tarde nos apetecía volver a contemplar los Murillo, que llenan la antigua iglesia de lo que fue el Convento de la Merced Calzada y que pintó para los Capuchinos. Aún tengo fresco en la memoria el concierto que escuché en directo en esta sala a la Academy of St-Martin in the Fields, dirigidos por Iona Brown (que, por cierto, acabo de descubrir que falleció en 2004).
Sólo estaba el vigilante, con su móvil conectado al auricular (los 'oficiales de gestión y servicios comunes' ya no leen, ahora todo lo tienen en su teléfono).
Ni un ruido, ningún grupo con prisas, cero turistas... Ahí delante, para nosotros dos, las paredes repletas de las pinturas de Bartolomé Esteban Murillo. Las he contemplado muchas veces pero debió ser la atmósfera de una tranquila y soleada tarde de invierno la que produjo el milagro. De repente me fue embargando una sensación extraña, difícil de definir. La sola contemplación de tanta obra de arte, el ser consciente de un estado superior, el rendirme ante la grandiosidad de lo creado por un artista. El propio Stendhal lo describió mucho mejor tras su visita a Florencia: "Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme".
En ese instante entendí, comprendí, que cuando hablamos de Arte como un estado superior del espíritu es verdad. El éxtasis. Pude sentir y visualizar la emoción, casi hipnótica, que produce la presencia de una obra insuperable, y automáticamente lo trasladé a la música, que tantas veces me ha hecho gozar de los mismos sentimientos.
Qué afortunados somos por tener tan cerca y a diario, y como modo de vida, la música. Tenemos que abandonarnos más a menudo al disfrute y al placer de la audición de esas obras imperecederas. Y abandonarnos al tocar e interpretar dichas obras. Muy a menudo, con las prisas, el estrés y la productividad nos olvidamos que nuestro trabajo es a la vez una misión artística. Si despojamos al piano de su vertiente espiritual y lo ceñimos al trabajo mecánico, es probable que algún día nos encontremos buscándole el sentido a pasar horas y horas ante unas teclas que, como digo, únicamente están para servir al Arte. Y nada más.

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