domingo, 7 de julio de 2013

Los discos

Igual es una percepción demasiado personal, o una deformación del oído, o algo tan simple como cuestión de gusto (educado, eso sí). Desde hace bastantes años, hay una proliferación de discos en el mercado, lo que hace que se pueda encontrar prácticamente cualquier obra en audio. Me parece estupendo.
Por mucho que nos lo prohibieran, estábamos deseando ver cómo sonaba la nueva partitura que teníamos que estudiar en manos de algún grande. En muchas ocasiones ni siquiera conocíamos al pianista en cuestión, pues poco a poco íbamos agrandando nuestra cultura no sólo en autores sino en intérpretes. A mí me encantaba pasar horas en las tiendas de música repasando cada LP, leyendo la contraportada, y soñando con tener el suficiente dinero para poder comprarlos todos, que la música clásica nunca ha sido barata.
Por eso, cuando los ahorros me lo permitían, hacía una elección que reunía diferentes elementos, algunos tan poco musicales como el 2x1 en el precio. Este sistema tan poco científico me permitió acceder justamente a muchos nombres no tan de primerísima fila entonces que, con el tiempo, se han convertido en referencia absoluta (hablo, por ejemplo, de András Schiff, Zoltán Kocsis y Dezsö Ránki, los representantes en su día de la joven escuela pianística húngara).
Gracias a las ofertas y a las colecciones 'económicas' de los grandes sellos discográficos (¿alguien recuerda la serie Privilege de la Deutsche Grammophon?), fui aumentando, desde la niñez, mi colección. Por aquellos años no era fácil encontrar discos en España, a no ser que fuesen los grandes éxitos de siempre. Y de pedirlos, olvídate.
Después llegó El Corte Inglés, con el consecuente cierre de las pequeñas tiendas, aquellas que tenían un minúsculo habitáculo reservado para la audición con auriculares del disco elegido, por si traía algún defecto o no era de tu total agrado en cuanto a la versión. Algo parecido como cuando ibas a comprar libros y te quedabas de pie, delante de la estantería, pasando una página tras otra hasta que te daba apuro no llevártelo a casa (pagando, ¿eh?).
Me encantaba coleccionar los nuevos catálogos que iban saliendo y las revistillas de promoción (y que todavía conservo), de donde sacaba una información preciosa en cuanto a orquestas, directores, solistas y compositores, a los que, además, les podía poner cara. Qué nervios me entraban cuando me enteraba de una integral pianística de Schumann, o Beethoven, o Mozart, o cualquiera, y no me salían las cuentas de ninguna manera.
Como decía, llegó El Corte Inglés y puso 'la tienda Clásica'. Para mí, lo mejor, aparte de que podías encontrar casi cualquier cosa, y si no te la pedían, era el mes de las rebajas en que te ofrecían el 10% por un disco, el 20% por dos y, el clímax, el 30% a partir de tres. ¡A añadir de las correspondientes bajadas de precios en muchos de ellos! Un verdadero chollo. Fue la época en la que mi discoteca pudo llamarse así con cierto orgullo.
Pero un buen día, algún cerebrito de los números decidió que esa sección no era rentable. Lo que en principio era buena imagen y cuestión de prestigio, igual pensaron que era anti comercial y no rentaba que gente rara estuviese tanto tiempo con un disco en la mano mirándolo fijamente o escarbando uno a uno y de paso limpiando el polvo a los CDs con los dedos índice y corazón (que se ponían negros). Y la quitaron y la llenaron de saldos. Y ya, ni eso. Claro, como está internet...
Creo que me he ido por los Cerros de Úbeda. Pensaba escribir de otra cosa y he acabado, como un anciano, contando batallitas. Otro día hablaré de las nuevas grabaciones y mi opinión al respecto. Ahora voy a dar cuenta de una magnífica y suculenta porción de tarta de chocolate que hice ayer acompañada de un vaso de té helado. ¿Gustáis?

4 comentarios:

  1. Hola Alberto. Hace tiempo que sigo tu blog, de hecho me encanta y me he leído todas y cada una de las entradas, aunque hasta ahora no me he decidio a comentar (no sé por qué). Me parece muy interesante todo lo que escribes y compartes, y además, de gran ayuda, pues soy estudiante de piano (y a los que no lo estudian seguro que también). Así que en primer lugar darte la enhorabuena y en segundo las gracias.Espero que no te importe que de vez en cuando te haga algunas preguntas, ahí va la primera: Respecto a lo que escribes al principio de esta entrada "Por mucho que nos lo prohibieran, estábamos deseando ver cómo sonaba la nueva partitura que teníamos que estudiar en manos de algún grande..." qué opinas sobre esto, porque como dices la proliferación de discos y, sobre todo, Internet permiten escuchar prácticamente cualquier obra. Yo siempre que tengo una obra entre manos, lo primero que hago es buscarla y escucharla, y escucharla bastante. Me ayuda a tener una idea de cómo es y cómo afrontarla. Pero ¿crees que esto puede ser algo negativo?
    De nuevo muchas gracias por todo y enhorabuena.

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    1. Muchas gracias por tu opinión sobre el blog, de verdad. Y por supuesto que puedes escribir cuando quieras y lo que quieras. Incluso si te apetece alguna pregunta más privada puedes hacerlo al correo albertogcalderon@gmail.com, que sólo leo yo, no sale publicado.
      Con respecto a las grabaciones, la teoría es que debemos sacar nuestra versión propia directamente de la lectura de la partitura y no dejarnos influenciar por lo que otros han tocado ya. La teoría. En la práctica, todos escuchamos muchas versiones distintas de las que sacamos ideas. Para mí el problema viene de saber filtrar lo que oímos, es decir, no todo lo que circula es 'referencia', lo que no quita para que sea válido. Por ejemplo, no podemos 'imitar' a Glenn Gould ni a Pogorelich por mucho que puedan gustarnos. Creo que uno mismo, a base de escuchar, va eligiendo lo que le convence y lo que no. Una partitura está llena de matices y ahí entra la personalidad y la manera de tocar individualmente.
      De todas formas, una vez que inicies el estudio y ya la hayas escuchado, te aconsejaría que prescindieras un buen tiempo de oír los discos y te fiaras de tus conocimientos, única manera de crecer.
      Gracias de nuevo por tu comentario. Mi más cordial saludo.
      Alberto.

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  2. Gracias por el consejo, lo tendré en cuenta. También intentaré comentar más a menudo ahora que me he animado. Muchas gracias.
    Por cierto, mi nombre en Mª Ángeles.

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