domingo, 18 de agosto de 2013

Las mismas teclas

En el año 2000 (lo acabo de comprobar), exactamente el 21 de marzo, el pianista Marcus Roberts actuó en Cádiz, en la sala Central Lechera, dentro del ciclo Campus Jazz que organiza la Universidad gaditana, la UCA. Venía con sus dos acompañantes habituales, bajo y batería, esta última tocada por Jason Marsalis, el hermano pequeño del increíble trompetista Wynton Marsalis.
Tuve que asistir, irremediablemente, porque vi en televisión un concierto suyo, en el que interpretaba la Rhapsody in Blue, de Gershwin. La he buscado pero 'sólo' he encontrado esta versión más reciente. Juzgad vosotros mismos.
Siempre me atrajo la música de Jazz, sobre todo la tradicional, la de armonías más clásicas. La contemporánea no me transmite las mismas sensaciones, uno es así. Por desgracia no llegué a estudiarla como es debido, creo que en parte debido a la armonía. Antes no había tantas partituras y se aprendía con la práctica o con alguien al lado que te dirigiera. De hecho tuve un comienzo fugaz con un compañero, Rafael Marinelli, teclista del grupo de rock andaluz Alameda, quien en un descanso de clase comenzó a 'ponerme las manos'. Lo que prometía ser una puerta abierta se cerró de golpe pues coincidió con su éxito como banda y dejó de venir por el conservatorio.
Si nos ponemos a mirar la cantidad de pianistas de Jazz que tocan como verdaderos dioses, la lista es interminable. Casi todos proceden de una formación clásica, pues tocar hay que tocar y no hay truco. Y cuanto mejores son más fondo tienen. Podemos comprobarlo, por ejemplo, con Keith Jarrett, que tiene grabaciones que podemos disfrutar de El Clave bien Temperado, las Variaciones Goldberg o los Preludios y Fugas de Shostakovich, entre otras.
Qué me decís de Bill Evans, otro de los grandes. O de Chick Corea, aquí con Bobby McFerrin, un monstruo. O del francés Claude Bolling, tan ligado a la clásica también. Estos son sólo una pincelada, que tiene que haber miles.
Al final todo es música. Un piano y uno mismo ante él, solos. Pasar horas y horas tocando, buscando, improvisando, recordando. Hay algo mágico que nos atrapa y que nos obliga a sentarnos para acariciar las teclas, da igual lo que toquemos. El caso es pasar el tiempo en compañía de la música, que por eso somos músicos.
Estos pianistas tienen algo que te hace mover manos y pies, sonreír, llevar el ritmo con la cabeza convulsivamente. Y aunque lo hagan parecer muy fácil, cualquiera que sepa ver lo que se traen 'entre manos' comprobará que hay mucho estudio detrás. Cuando se dice que improvisan es después de mucho trabajo, que eso no sale solo.
Aunque sea por curiosidad, echad un vistazo a estos otros pianistas y disfrutadlos. Sin complejos. Aún recuerdo el concierto de Friedrich Gulda en el Teatro Real de Madrid con el público sorprendido porque tocó unas piezas de Chick Corea (¡oh, sacrilegio!).
Él sí que sabe pasarlo bien. Tomemos nota.  

2 comentarios:

  1. Me pasa como a tí, me gusta la música de Jazz tradicional, pero muchas veces no aguanto la actual. Gracias por la información Alberto, tomo nota, comos siempre. Besis

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pienso que pasa como con todo lo que lleva el sello contemporáneo, que esconde mucha mediocridad y por eso no nos llega. Para innovar hay que venir de muchos años de estudio y trabajo.
      Un beso fuerte, Alberto.

      Eliminar