lunes, 23 de enero de 2012

Conócete a ti mismo

Esta frase lleva unos añitos circulando por la superficie terrestre. La usan todos los modernos gurús (maestros espirituales) y parece estar un poco manida. Pero es que no hay otra. Los griegos la tenían inscrita en su templo de Delfos, como si nada. Simplificando que es gerundio.
Es posible que nos pasemos la vida entera intentando conocernos, entendernos, pero no quita para que tengamos que tomar decisiones por más dudas que nos corroan. En lo que atañe a nuestra parcela pianística, este personal viaje interior no nos lo quita ni la Santa Caridad. Tenemos que empezar por analizar lo más objetivamente posible nuestras capacidades. Y recalco objetivamente. Para continuar recalcando que el análisis debe ser lo más subjetivo posible. ¿Contradicción? En absoluto. Poseemos unas cualidades innatas y otras adquiridas con el estudio, de las que emanan nuestras posibilidades reales con las que enfrentarnos al repertorio que vamos a tocar. ¿Quién mejor que nosotros mismos sabe de lo que somos capaces? Os aseguro que nadie, ni el más avispado e iluminado profesor. La objetividad nos servirá para mantener la cabeza fría. La subjetividad, para saber que nuestro esfuerzo nos puede llevar a conseguir metas insospechadas. Ciertamente, unos conseguiremos dicho objetivo antes o después, con más o menos horas y con mayor o menor sufrimiento.
¿Dónde interviene aquí el conocimiento interior? En definir esa meta y medir las fuerzas. ¿Para qué voy a intentar siquiera levantar un camión de diez toneladas? Ni siquiera un coche de dos. Apliquémoslo al repertorio: si no puedo con los Gaspard de la Nuit, ¿significa que no valgo para el piano? ¿Hasta que llegó Ravel no había pianistas? No nos torturemos innecesariamente. Incluso la Sonatina tiene su dificultad y, además, es preciosa. Tenemos que tomar consciencia de hasta dónde podemos llegar por el momento, ya que, pasado un tiempo, lo que ahora nos parece imposible se convertirá en factible y hasta fácil. Otro día pararé con más detenimiento en el repertorio: ¿lo elegimos o nos elige?
Tenemos que aceptar, por otro lado, unos condicionantes físicos que integran esos amiguitos invisibles llamados nervios, timidez, amnesia, taquicardia, etc. Por lógica, la carrera es lo suficientemente larga para que vayamos poniendo a prueba nuestra resistencia y la manera de salir airosos de los exámenes, audiciones y recitales. Si el sufrimiento es mayor que el deleite, hay que analizar. Nunca bloquearse. Nunca desistir. Desde fuera podrán animarnos o tirar por tierra nuestro trabajo. Pero somos nosotros únicamente los que sabemos qué está ocurriendo, si somos capaces de seguir por ese camino o hay que corregir el rumbo. Como me decían en la mili, la infantería nunca retrocede, da media vuelta y sigue avanzando. Pensemos en otras alternativas que nos hagan disfrutar. Llegaremos a estar más cómodos y podremos dejar que esas molestias, comunes a todos los artistas que se suben a un escenario, sean mínimas.
Por cierto, conocernos a nosotros mismos sirve para todas las facetas de la vida, ¿ok? Hasta la próxima.  

3 comentarios:

  1. Gracias! Excelente! Es mi deseo sentir mayor satisfacción y eliminar esos pensamientos que tanto andan circulando por la mente ( miedo, bloqueos, nervios) antes de un examen o audición. Saludos!

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    1. Igual que dedicamos determinado esfuerzo a estudiar, hay que cuidar sin cesar que los fantasmas no se instalen en nuestra cabeza. Esto sí está en nuestras manos y depende exclusivamente de nosotros. Todo lo negativo que venga de fuera hay que desecharlo.
      Un cordial saludo.

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    2. Gracias por responder! Descubri hace poco este blog y me ha ayudado mucho, gracias maestro por compartir la experiencia. Saludos!

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