domingo, 30 de septiembre de 2012

¡Qué buena idea!

He pasado la mañana del domingo estudiando, como un niño bueno. Ahora acabo de bajar de tomar un poquito el sol y contemplar las nubes. Es curioso cómo estos trozos de algodón van cambiando su forma: de caballo al galope a pterosaurio (el que vuela); de Bambi recostado a polluelo de águila en el nido; de gallina de Guinea a... Me gusta jugar mientras los ojos no bajan el telón de la siesta. Y hay otras nubes más ligeras que aparecen y desaparecen sin más, se condensan a la misma velocidad que se evaporan.
Y en esto estaba yo cuando he recordado que nos quieren quitar el Bachiller Artístico (lo sé, la tara me viene de nacimiento). ¡Por fin, alguien con cabeza! ¡Qué va a ser esto de que los músicos y demás monicacos tengan una formación reglada! ¡Anda que no están pesados con querer ser universitarios! ¡Qué más da que los directores de Instituto hablen en favor de esos estudiantes que no sólo no dan un ruido sino que tienen excelentes expedientes! El que quiera molestar a los demás con las cuerdas o los pitos que lo haga en su casa, que dé la tabarra a sus padres.
La música no debe estar al alcance de cualquiera. El que de verdad valga, que lo demuestre en sus ratos de ocio. Hombre, Caruso, el gran Caruso, era mecánico, y mirad dónde llegó. Lo tengo claro: a los músicos ni agua. Fuera el Bachiller artístico y también el Bachiller de Ciencias, el Tecnológico, el de Humanidades y el de Ciencias Sociales. A estos hay que enseñarles con mano dura, que sepan lo que es la vida: un pico y una pala, que tengan callos de verdad.
De paso, ya que estamos constructivos, vamos a cerrar los Conservatorios. Pero no por gusto, no, sino porque los estudiantes (a cualquier cosa le llaman estudiar) no van a poder asistir a clase, a no ser que sea usando la noche y parte de la madrugada (dónde está el problema: me contaron que en Moscú los estudiantes de órgano lo hacían para poder usar el instrumento del conservatorio).
Y aquí me llegó la inspiración: los músicos tenemos que retroceder un par de siglos y convertirnos en institutores e institutrices, a lo Jane Eyre, o mejor aún, a lo María, en The sound of music con la familia von Trapp. ¿Ventajas? Todas: cama y comida gratis, más una gratificación por tener contentos a los niños; posibilidad de ascender por matrimonio (aunque suene novelesco); relación con las clases altas a la hora de la cena (por supuesto, amenizando el festín, que ya se encargó Rostropovich de mostrarnos el camino); nada de horarios para la administración sino jornada completa, de veinticuatro horas, que para eso nos gusta; y en los ratos libres, se acabó el ocio aburrido, a ayudar en las tareas domésticas como buen sirviente, o a barrer el jardín, para tener un poco de vida sana al aire libre.
No encuentro inconvenientes. Nos va a cambiar la vida a mejor. Se acabaron los problemas. El que quiera estudiar música que nazca donde debe, y si no, si el buen Dios lo ha dotado, ya aparecerá en su camino un buen samaritano que lo saque del arroyo y lo exprima como es debido.
Creía yo que el ministro de Hacienda había acaparado toda la materia gris de este gobierno, pero me equivoqué: el de Educación, Cultura y Deporte le hace la competencia. Me tranquiliza que nuestro futuro esté bien custodiado y que velen por nuestra inteligencia, por nuestra formación y por nuestra integridad como personas, que para algo somos animales racionales.
¡Cuántos padres van a respirar por fin tranquilos porque sus niños van a seguir la senda verdadera y no se van a descarriar!

Por cierto, que no se me olvide: lo antes posible, en el próximo Consejo de Ministros a lo más tardar, tengan sus señorías a bien restaurar la Ley de Vagos y Maleantes, o, en su defecto, la de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que hay demasiado músico suelto y así nos va.

5 comentarios:

  1. Desde la entrada en vigor de la Logse en sustitución del anterior Plan 66,(que permitía a los alumnos que se maticularan de las asignaturas que creyeran oportunas cada curso según su carga lectiva)todo ha sido un cúmulo de despropósitos.Hacer coincidir 5º y 6º de Grado Profesional con 1º y 2º de Bachillerato es tremendo, por la cantidad de horas lectivas empleadas,limitando al mínimo las horas de estudio. Muy pocos optan por decidirse a estudiar el Bachillerato musical, sin selectividad hasta hace muy poco. Un riesgo que hay que correr, sabiendo que en Grado Superior pueden dejarte tirado como una colilla, sin título y sin la opción de poder estudiar otra carrera. Así no hay quien pueda.Los que consiguen estudiar varias horas seguidas son héroes. Gracias por su blog.

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    1. Yo soy del Plan del 66 y tuve que hacer malabarismos pues fui de Jerez a Sevilla una vez a la semana durante cuatro años, perdiendo las clases del instituto (mañana y tarde). Nunca ha sido fácil, pero parece que se quiera rizar el rizo.
      La gran diferencia era la validez del Título Profesional con 8º. Aún no sé quiénes velaron por nuestros intereses al despojar 10 años de música de capacitación práctica, pero sí sé que había músicos.
      Gracias por comentar.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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    1. Perdón, pero he borrado sin querer el siguiente comentario:

      Anónimo ha dejado un nuevo comentario en su entrada "¡Qué buena idea!":


      Y en Grado Superior un montón de asignaturas por curso y muchísimas horas presenciales lectivas que después hay que estudiar.Dígame,¿cuántas horas te quedan libres para poder sentarte tocar y estudiar obras de un nivel que requiere TIEMPO y esfuerzo?.Un saludo.

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    2. Creo que la única solución es pelear por un buen horario. Los pianistas siempre necesitamos más horas, nunca nos parecen suficientes, pero hay que sacar el máximo provecho a lo disponible.
      En carreras del tipo Medicina es habitual dormir poco y lo tienen asumido. Lo que sí es cierto es que una formación completa nunca sobra.
      Gracias por comentar.

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