miércoles, 30 de enero de 2013

Memoria RAM

No paro de comentar que cada cual tiene un ritmo de aprendizaje por lo que no se puede igualar en absoluto el momento del resultado. Me explico: si a un grupo de estudiantes se les 'manda' estudiar una misma obra, todos sabemos que será imposible que la memoricen o que la tengan a velocidad a la vez, o simplemente que lleguen a medio tocarla. Cada uno tiene un ritmo propio y esto no tiene por qué ser malo.
Una obra musical no es un artículo de la Constitución que hay que decir de carrerilla sino que requiere una profundización y una asimilación que nos permitan recrear la idea del compositor. Supongo que estamos de acuerdo en esto aunque hay demasiados pianistas que parecen los mecanógrafos del Congreso de los Diputados. Bien, pues es a esto a lo que me refiero, a que unos pueden llegar antes a alcanzar un nivel más que aceptable con dicha interpretación y no por eso quien vaya rezagado ha de sentirse minusvalorado.
¿Quién no ha compartido aula con un monstruito que devoraba partituras a igual velocidad que galletas a la hora de la merienda? Da un poco de rabia contemplar cómo cuando tú estás aún desgranando las notas, anotando digitaciones y enmarcando alteraciones la criatura llega y 'regurgita' la pieza elegida. Ahora bien, todos tienen truco: aunque no lo reconozcan en público, pasan el día completo sentados ante el piano, machacando sin parar. Si al final sumamos las horas, casi seguro que hemos tardado lo mismo pero simplemente repartido de distinta manera. Una semana de ocho horas al día equivalen a dos de cuatro, por ejemplo.
Siempre noté que las prisas que tantos profesores recomiendan por aquello de tener muchísimo repertorio servían de poco. De ahí vienen esas versiones que nos dejan fríos, o esos comentarios de que los virtuosos son muy mecánicos y no dicen nada. La obra musical requiere tiempo, nos guste o no, que lo importante está debajo de las notas. Por eso es recomendable, tras poner en pie una nueva partitura, dejar reposar lo aprendido y retomar más adelante.
Obviamente, genios siempre ha habido y seguirá habiendo. No son tan frecuentes como creemos, pero los hay. Gente con una capacidad de procesar la información a la velocidad de la luz y de un simple vistazo comenzar a recrearla en condiciones, sonando a quien tenga que sonar. Como en todo, estos individuos tienen una aptitud intelectual superior que, si son capaces de enfocarla hacia el piano y, sobre todo, mantenerla en el tiempo, tienen más fácil el lograr algo ya que despuntarán desde el comienzo, dando lugar a que su fama les preceda. Y claro, estos son los alumnos que todos los profesores anhelan, estando demostrado que a estos alumnos no les hace falta ningún profesor. Amarga paradoja.
Pero, en definitiva, nosotros, los mortales más comunes, los que somos legión, sólo tenemos la constancia de la tortuga para llegar a la misma meta: lentos pero seguros. Nuestro procesador puede que sea de 64 Kbytes y nuestra pantalla use todavía el fósforo verde, que en su día sirvieron perfectamente y suponían el futuro. Nuestra cabeza igual, qué más da que sea lenta. Os aseguro que es una cuestión de concepto: aunque parezca que trabaja de una manera pausada lo que está haciendo es procesar continuamente muchos datos a la vez, de manera que, cuando demos el ok (debería decir 'enter'), lo que aparezca como resultado sea una verdadera obra de arte.
 

4 comentarios:

  1. Gracias por esta entrada, de verdad, me ha venido como agua de mayo. Muchas veces me quedo estupefacta al ver a los mecanógrafos del Congreso de los Diputados, pues soy un poco tortuga. Y además lo soy en muchos ámbitos, también en otros estudios, pero la cosa es que proceso bien, y saco altas calificaciones... Proceso lento y me meten prisa, cosa que me bloquea un poco, por eso me siento aliviada al leer esto. Gracias, Alberto.

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    1. Lo importante es saber que procesamos bien. El resto, para las Olimpiadas... o para el circo.
      Muchas gracias por comentar. Un cordial saludo.

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  2. nunca he leido tantas verdades juntas como en este blog... Felicitaciones! y saludos

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    1. Muchas gracias por este comentario. La vida de un pianista no es fácil y creo que la única manera de llevarla bien es conociendo de verdad y sin engaños lo que hay, así todo se normaliza y acaba siendo gratificante, como la vida misma.
      Un cordial saludo.

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