miércoles, 19 de junio de 2013

Perfeccionismo

Ayer volví a tener otra sensación cercana al éxtasis. Visité la exposición dedicada a las 'Santas' de Zurbarán, en el Convento de Santa Clara de Sevilla. Realmente, la contemplación de una verdadera obra de arte no se puede explicar con palabras: te quedas mudo, hipnotizado.
No eran muchos cuadros, pero sí suficientes para apreciar el cuidado del detalle. El perfeccionismo. El movimiento, el dibujo y la textura de las telas con las que cubrió a estas Santas, o la minuciosidad con que se sucedían las piedras preciosas me dejaron boquiabierto, casi en trance.
A todo esto he de sumar que estoy devorando un libro dedicado a William Petty, una mezcla de agente, buscador y ladrón de obras de arte de principios del siglo XVII. Todo su saber se basaba en la observación, en el 'ojo' para apreciar la belleza que podía emanar de cualquier objeto antiguo o lienzo más o menos contemporáneo.
Pero de todo esto, además, me quedé con dos ideas: la concepción del tiempo y del trabajo bien hecho. No dudo que, a su manera, los artistas, al trabajar para los potentados, pudieran sufrir un cierto estrés. Los resultados tenían que ser siempre satisfactorios para el ojo de quien pagaba, entendiera o no de arte. Y los plazos de entrega a menudo obedecían al capricho de una fiesta o de un regalo con fecha. Con el paso de los siglos hemos contemplado cómo el trazo de los pintores ha evolucionado. Sin que suene a dogma de fe, podríamos decir que el gusto por el detalle, que requiere no sólo paciencia, sino tiempo puro y duro, ha ido pasando a segundo plano en favor de la mancha, de la ilusión. Que trabaje el cerebro. Y de ahí a la segunda idea, al trabajo bien hecho, sólo queda un pequeño paso.
(Acaban de tocar el timbre, así que, cambiamos de clase y de asignatura. Ahora toca música.)
Qué placer disfrutar cualquier obra en la que el compositor no ha escatimado en recursos. Ya sea en la duración, al estilo de las Sinfonías de Mahler, en color, como la Iberia de Albéniz, en imaginación, como unas buenas Variaciones del tipo Goldberg o Diabelli, o en ideas, como esas Sonatas de nuestro bien amado Beethoven, tenemos multitud de ejemplos en los que el Arte ha estado por encima de cualquier débito o circunstancia. Por muy presionados que pudiesen estar los compositores, siempre supieron dedicarse en cuerpo y alma a su pasión.
También podemos apreciar estos matices en los pianistas. Cuando tenemos la suerte de acudir a un recital y contemplamos el trabajo largo y pausado detrás de cada obra interpretada, sólo podemos descubrirnos ante un verdadero artista, alguien que ha entendido su profesión como una pasión y no ha limitado la duración del estudio a un 'salir del paso'.
El recrearse en una misma obra a lo largo de los años sólo causa placer. Las pequeñas pinceladas que rellenan la partitura van emergiendo como si fuesen veladuras. A través de ellas llegaremos también a lo más profundo del autor, a su esencia, a su alma, y llegaremos a quererlo como a quien hizo posible que nuestra existencia fuera más elevada. Sólo a base de un sano perfeccionismo.
Nuestra misión tiene algo de sagrado pues debemos ser transmisores fieles de lo que en su día fue creado.
Y ahí es donde el intérprete se da la mano con el compositor. 
Y toma sentido.

3 comentarios:

  1. Señor Alberto, mi nombre es Manuel Schrott, un estudiante y aspirante al concertismo de piano.
    Quisiera saber si usted podría aconsejarme en ciertas cosas ... tengo mucha inseguridad conmigo mismo, en cuanto a como seguir escalando para mejorar mi técnica y seguridad al tocar.
    Debido a que no tengo un profesor de perfección técnica por ahora, acudí a usted que sabe mucho.
    Por todo lo que leí note,se que tenes una formación muy buena y me gustaría que conversemos, espero no molestarte.
    Saludos cordiales.

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    1. Hola Manuel: por supuesto que puedes hacerme todas las preguntas que quieras que intentaré darte la mejor respuesta. Si lo prefieres, puedes hacerlo a través del correo albertogcalderon@gmail.com pues la página de Facebook no la tengo activa.
      Muchas gracias por leerme.
      Un cordial saludo, Alberto.

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    2. Ok, ya mismo le envio un mail.

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