miércoles, 5 de marzo de 2014

ALMACLARA (III)

No puedo reprimir la tentación de volver a comentar el proyecto que mi hija se trae entre manos, y no penséis que es por el vínculo indisoluble, que un poco también, sino mucho más por una actitud que con escasísima frecuencia se da entre los pianistas.
Nosotros siempre estamos dale que te pego a las teclas, que todo es dificilísimo y necesita estar un poco mejor todavía, así que, nunca tenemos tiempo para nada que no sea el estudio. Es verdad que después eso se nota a la hora de tocar: el pundonor, la seriedad, la rigurosidad..., eso es un pianista. En resumen, y ya lo he comentado muchas veces: un pringado.
Esta tarde, a las 20,30 y con entrada libre, en la Sala Joaquín Turina de la Fundación Cajasol, que está en la calle Laraña de Sevilla, la Orquesta de Cámara de Mujeres ALMACLARA cierra el ciclo de conciertos que desde el pasado verano 'gira' en torno a la figura de María Callas. Han sido tres encuentros, que por ahora es el sistema de trabajo de la plantilla orquestal, con sus correspondientes ensayos y conciertos.
Desde mi perspectiva de pianista, cuando observo el descomunal trabajo que implica este proyecto, no es que me resulte imposible, me resulta inimaginable. Nada más que el tiempo que debe pasarse contactando y coordinando al grupo de cuerda no me pasa ni por la cabeza.
Pero aquí no acaba la cosa: Almaclara también engloba otras ideas y realidades. Emanando de la propia orquesta, ha creado el Cuarteto Almaclara, que acaba de estrenarse este mismo lunes con una obra emocionante e insuperable: el Réquiem de Mozart, en transcripción para cuarteto de cuerda de Peter Lichtenthal (leéis bien, el cuarteto el lunes y el miércoles la orquesta).
Creo que está claro que es una cuestión mental. Ya lo he escrito muchas veces y no me cansaré. Si los pianistas tuviésemos el crecimiento con la seguridad que tienen otros instrumentistas, nadie podría pararnos y estaríamos en constante ejercicio de la profesión sin mayor problema. Pero no, nosotros nos pasamos la vida puliendo cada obra hasta el infinito y viendo sólo las pegas que nos impiden subir al escenario. Así, nunca estaremos preparados y no sabemos salir del círculo vicioso.
Hace unos días comenté que Almaclara también tiene su Coral Infantil, que crece poco a poco con cada concierto. Cada vez que actúa hay algún niño (o padre) interesado en apuntarse dado el resultado y el ambiente de disfrute que se respira.
Para completar un poco más, ha decidido poner en pie una línea pedagógica y otra de solista llamada Almaclara a Escena, pues los conciertos llevan un añadido teatral para crear un espectáculo más completo y, evidentemente, distinto a lo habitual. De esta manera consigue que un público a priori reacio a tragarse un concierto de violonchelo solo, ni se mueva de su butaca como hipnotizado por lo que contempla y oye.
Voy a parar, que aunque lo haya negado al principio, creo que se me está notando demasiado que es mi hija (y a mucha honra).
Los que tengáis tiempo y ganas, aún podéis escuchar el precioso programa de esta tarde en Sevilla. Si no es así, seguro que el nombre de Almaclara os lo iréis encontrado cada vez más a menudo.

Cuidado con lo que sueñas, que puede hacerse realidad.

2 comentarios:

  1. ¡Increíble! Sin duda duda esta es una de sus entradas que más me han cautivado. El hecho de que se trate de su hija, creo que, lejos de parecerme una especie de favoritismo, denota el entusiasmo irrefrenable propio de ese vínculo.
    Y para rematar, la entrada viene coronada con la frasecita aparentemente inocente, cual guinda en un pastel.
    Lo dicho: increíble.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias. Además, ayer fue un éxito rotundo el concierto. Mucho trabajo con una gran satisfacción.
      A seguir soñando. Mi más cordial saludo,
      Alberto.

      Eliminar