miércoles, 30 de abril de 2014

Manos prodigiosas

Más o menos, ésta sería la traducción del libro autobiográfico que Ben Carson (Benjamin Solomon Carson) publicó en 1990. Anoche tuve la ocasión de ver la película, comercializada como El mundo en sus manos. Igual no os suena de nada esta persona, a mí al menos, pero es uno de los mejores neurocirujanos del mundo (demostrado ante notario).
Obviamente, no es este blog el sitio para hablar de medicina, pero sí de las circunstancias que rodearon su vida y que, sin duda ninguna, son aplicables a los músicos y a todo bicho viviente. En especial, el periodo de infancia y adolescencia, que marcaron firmemente su futuro (¿nos suena de algo?).
Resumiendo mucho, diré que su madre lo crió junto a un hermano mayor, tras ser abandonados por el padre, al parecer polígamo, con quien se había casado con sólo trece años. Si a esta madre la pusieran a dar clases en los colegios y en los conservatorios, a lo mejor el mundo sería la utopía tantas veces dibujada en libros y películas de ciencia ficción. Era casi analfabeta, pero eso nunca ha sido obstáculo para utilizar la cabeza.
Ben era el hazmerreír del colegio y todos se burlaban de él por sus pésimas calificaciones. Su madre, de nombre Sonya, tuvo las agallas de no dejar que eso le hiciera mella y lo fue convenciendo de que no sólo no era tonto sino que debía usar la imaginación. Les sometió a un régimen de estudio concreto, incluyó la lectura obligatoria de dos libros semanales en la biblioteca pública y suprimió casi por completo la televisión, dejando que eligieran un par de programas.
Ella misma supervisaba los trabajos de clase y los resúmenes de los libros por escrito aun cuando no podía casi leerlos.
Esto a nivel práctico. Pero lo más grande que pudo hacer por ellos fue inculcarles la seguridad en sí mismos. No paraba de repetir que si tenían el libro en la cabeza, o sea, que si habían estudiado, sólo había que dejarlo salir. ¿Cuántas veces nos hemos torturado con horas interminables de estudio para concluir que no éramos capaces de tocar una sola nota?
Cuando decidimos estudiar piano y tomamos las riendas, creo que todos nos hemos dejado la piel (el culo cuadrado que se llama vulgarmente). Pero, ¿cuántos están convencidos de estar preparados, de poder salir a tocar?
¿Podemos por un momento comparar el riesgo de abrir la cabeza de un ser humano, de separar siameses con éxito por primera vez en la historia, de operar fetos dentro del útero..., con salir a un escenario a tocar lo que sea? Con la décima parte de la seguridad de este hombre habría suficiente para varias generaciones de pianistas. Y todo viene desde el principio. Crecer en seguridad y echarle ganas (por si fuera poco, le tocó sufrir las consecuencias del racismo).
Siempre que alguien se convierte en manitas, en el campo que sea, se le compara con un pianista. Será por algo. Así que, vamos a dejarnos de tonterías y a creer un poquito más en nosotros mismos, sin tanto lloriqueo. Sólo hay que ser valientes, confiar y arriesgarse a dar el primer paso. ¡Ánimo! 

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