martes, 17 de enero de 2012

Nosepueditis

Dícese de la enfermedad causada por el virus Nosepuede (en castellano, no puedo). La especie pianista tiene inmunodeficiencia congénita, por lo que el contagio se produce a una velocidad superior a la de la luz. La transmisión más común es por vía oral, aunque se han estudiado casos de vía visual (hay otras vías cuya sola mención puede herir sensibilidades). Los síntomas más comunes son rigidez de articulaciones, en especial en manos y hombros, sudoración incontrolada, dolor de estómago, sequedad bucal y, en casos agudos, pérdida parcial de visión, apareciendo sin previo aviso. Las lipotimias asociadas requieren otros factores coadyuvantes. No existe vacuna aún, pero estudios recientes han demostrado la eficacia de la terapia aplicada por ese ser maravilloso llamado abuela, para quien como su nieto/a no hay nadie mejor.

Ésta es la teoría. El mal está ahí y anda suelto. Pero no nos vamos a paralizar. Hay que tocar, hay que coger al toro por los cuernos. La mejor manera que conozco para superarlo es prepararse bien, estudiar a fondo y a conciencia (¿acaso no es siempre así?, ¿no somos estudiantes incansables, ejemplares y modélicos?). No voy a soltar el consabido rollo de una obra nunca acaba de estar bien, los dedos sí pero la música no, hay que dejarla reposar para que madure... Nadie mejor que nosotros mismos sabe la verdad de lo que está sucediendo, si estamos seguros, si los fallos se deben a falta de estudio o a agentes externos (manos heladas, pianos infumables, falta de sueño, comas etílicos...). Por lo tanto, la inseguridad que viene de nosotros, de nuestro interior, hay que solucionarla en el mismo sitio. La que viene de fuera es otro cantar. Desde que el niño es niño adquiere hábitos de comportamiento... (perdón, esto no viene ahora). Ese día que vas contento a clase pensando que el fin de semana te ha cundido, que por fin suena a quien tenga que sonar, a tempo y que incluso te has grabado y no distingues si es un CD de la Emi o de Naxos, aparece la figura del profesor, cuyo fin de semana igual ha sido insoportable, que lleva 26 años oyendo la misma obra, que la Junta le acaba de rebajar el sueldo..., en fin, que no empatiza con tu euforia, no puede suponer el fin de las ganas de seguir tocando, de mandar la carrera a paseo, de comenzar con el bollo mental (otros preferirán la empanada), de poner en duda si sirves, si tienes cualidades, si estás dotado o si eres musical. Nada ni nadie puede tirar por tierra nuestras ilusiones y mucho menos se lo podemos consentir. Si controlamos el trabajo que hemos hecho, si está basado en nuestros conocimientos (que no son pocos) y en los consejos previos, y somos capaces de tocar convencidos, creedme, será muy difícil que nos tumben.

Siempre habrá algo o alguien que nos diga nosepuede, pero es justo lo contrario: lo más fácil es que se pueda, siempre se puede. Recordad cuántas veces no os ha dado coraje un resultado negativo que al analizarlo se podría haber reconducido fácilmente. SE PUEDE, SIEMPRE SE PUEDE. Y, en el peor de los casos, NO PASA NADA. Podemos compararnos con los futbolistas que fallan un penalty, pero pensad en un cirujano que falle, eso sí que es gordo. Nosotros qué, que hemos rozado una notita, que la memoria nos ha jugado una mala pasada o que nos ha llegado el comentario de turno sobre que Pollini nos da veinte vueltas. El tiempo va poniendo cada cosa en su sitio y todo se va volviendo relativo. La música es grande, los músicos grandes son enormes y tenemos que sentirnos afortunados y dichosos por poder interpretar sus obras. Seamos felices, no como los tontos, sino conscientemente porque nuestro trabajo sea estar rodeados de la belleza.



9 comentarios:

  1. En primer lugar, felicitaros por el blog. Creo que va a ser muy útil para todos los que estudian piano. Y en segundo lugar gracias por compartir estos pensamientos con nosotros, porque en esta entrada veo reflejada plenamente a María, mi hija, con sus manos frías, sus nervios, su falta de confianza a pesar de las horas de estudio... esperemos que de el paso del sí se puede y no se rinda a los "elementos". Un saludo

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    1. Me ha encantado ver fotos de Cádiz en tus blogs. Allí pasé dieciséis años y nació mi hija, que ya es violonchelista, y dio el paso del SÍ SE PUEDE. Ojalá podáis sacar alguna idea útil, por lo menos, para ser un poquito más felices con la música.
      Otro saludo.

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  2. Hola Alberto:

    Muy motivador tu artículo! Soy estudiante de piano y composición y creo que a diario lucho contra el "nosepueditis". Debo seguir luchando!

    Saludos cordiales desde Bolivia

    Favio

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    1. Todos luchamos cada día pues el 'virus' está ahí. Pero ése es el espíritu, ¡a seguir luchando!
      Gracias por el comentario. Un cordial saludo.

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  3. Hola, Alberto, tras engancharme a altas horas de la noche a tu blog y leer esta magnífica entrada (llevo a mis espaldas, y lo noto, una tarde de cinco horas tocando, y la sensación de haber hecho las cosas bien espero me dure hasta el jueves, si Dios quiere) querría pedirte permiso para publicar en tu nombre este texto en Facebook, por lo enormemente identificado que me ha hecho sentir (y aseveraría que lo hará igualmente con mis compañeros). Empecé a tocar con 14 años, lo cual me produce una enorme inseguridad a pesar de que he avanzado tan rápido como he podido (he hecho 9 años en 6 y aún no sé si ha sido lo más correcto...), y me enfrento día a día con la sensación de que quizá no valga para esto, que no soy nada del otro mundo y que este mundo de la música me queda lejos. Tan fuerte es esta sensación que estoy estudiando medicina en la universidad por si resulto un fracaso como músico, por eso de no morir de hambre.
    Mi pasión por la música es tan absoluta como solitaria, aunque tengo fe en que esto cambiará cuando consiga llegar al Superior (y a mis futuros compañeros les guste más pasarse una tarde-noche descifrando la sexta de Mahler que ir a la disco). Ser pianista iniciado tan tarde y no compartir mi pasión me hacen sentirme desconectado del mundo musical y me hacen sentir inferior, incapaz. Y sin embargo, me veo en tus palabras y digo "soy normal, no soy un mindundi, esto nos pasa a todos" y te doy las gracias porque me voy a dormir con un alivio en el alma y la música en mi futuro. Gracias.

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    1. Hola Dan: en primer lugar, muchas gracias por escribir y ser tan sincero. Te diré que empezar con 14 años y con tantas ganas como tú sólo tiene ventajas. Huye de los tópicos de que si no se empieza siendo un bebé no hay nada que hacer. Si mal no recuerdo, hasta Richter tuvo un comienzo tardío. Piensa que la capacidad de entendimiento y sobre todo la vocación es algo que mejora con la edad y de pequeños prácticamente actuamos por repetición. Al piano se llega con la inteligencia y con la dedicación.
      Con respecto a la otra carrera, te recomiendo que leas mi entrada del mes de mayo titulada 'Pianista... ¿y qué más?'. Igual te suena.
      Sólo te deseo que sigas con mucho ánimo, que la soledad, la incomprensión y la inseguridad van unidas al piano y por eso escribo yo también, para contar lo que he visto y vivido e intentar que esta carrera se convierta en algo más placentero de lo que suele ser.
      Mi más cordial saludo.

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    2. Bueno, realmente, y siendo sincero, desde pequeño me gustó la medicina, corría todos los lunes al kiosco como poseído por una fuerza maligna a comprar el último tomo de "Érase una vez el Cuerpo Humano" y me pasaba el día dibujando células y bacterias, cuando no dibujaba bichos y animales (alma naturalista, jajaja). Pero una vez he llegado hasta aquí, una vez me encontré con la música... Veo qué es lo que realmente amo con todo mi ser, amo hasta agotarme, hasta donde puedo amar. Cuando empecé a escuchar música clásica, cuando empecé a desmantelar para mí este infinito mundo de belleza, pensé "Dios mío, música, ¿dónde coño has estado metida todo este tiempo?", casi como encontrarse con el amor de tu vida por la calle, o algo así. Y no tengo ninguna duda, ninguna, de que si me veo obligado a elegir alguna vez, me decantaré (casi me sentiré agradecido) por la música. Sin embargo, la mía es una situación difícil porque la carrera de medicina nunca termina, y la de música tampoco... No sé qué haré para compaginarme, si seré tan sobrehumano. Y aunque me guste la medicina, también entré, en parte, porque nunca he creído que podría vivir del piano, no he tenido esa fe en mí mismo, y porque teniendo la oportunidad (en forma de nota media) que tengo de aprender algo tan valioso y que tantos quieren, no debía desaprovechar la oportunidad. Qué conjunto de medios equívocos, ¿verdad?

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    3. Antes de que se me vuelva a olvidar, por supuesto que puedes publicar este texto y el que quieras en Facebook; escribo para que se lea.
      Con respecto a la toma de decisiones tan difíciles, es algo por lo que todos pasamos. Sólo puedo decirte (me cuesta mucho atreverme a dar consejos de esta envergadura) que el miedo a equivocarnos es el que nos paraliza, cuando si el que decide es uno mismo debería resultar más sencillo. Son dos carreras sin límite y el compaginarlas dependerá del uso inteligente del tiempo.
      De verdad, pienso que sólo tú puedes decidir, y eso, más que ser un inconveniente, es una ventaja. Cuando pasen los años y mires hacia atrás, estarás observando tu camino, el que elegiste, y eso es lo que te mantendrá de pie a pesar de los obstáculos.
      Mucho ánimo.

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  4. Ante todo gracias por su blog y por los ánimos que trata de dar a alumnos y profesores para que demos el paso de tocar en público.
    Sin embargo, en el caso de los profesores de Conservatorio hay alguien que desde arriba nos dice con todas las letras que "NO SE PUEDE".
    Hace escasamente unas semanas, a una profesora de flauta que trabaja en un conocido Conservatorio elemental de Sevilla, la Junta de Andalucía la ha CASTIGADO con seis meses de suspensión de empleo y sueldo "por tocar cinco conciertos en 2011".
    Alguien la denunció. Seguramente un compañero/a, de esos que PUEDEN y quieren atajar la competencia, o quizás fuera alguno de los que NO PUEDEN y sienten envidia. LAMENTABLE.
    Lo cierto es que en su día, a cada profesor le hicieron firmar un documento, "la exclusiva", que prohibe dar conciertos (o clases particulares) a los músicos docentes de los Conservatorios andaluces.
    Expuestos a que te denuncien y a que peligre el pan nuestro de cada día, ¡¡NO SE PUEDE !!.
    Un cordial saludo.

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