domingo, 22 de abril de 2012

A mi aire

En los años en los que me presenté a concursos aún circulaba la idea de que los representantes artísticos asistían a modo de cazatalentos. Nunca vi a ninguno. Así que tuve que ingeniármelas para contactar directamente con ellos. Es inútil intentar llamar su atención sin un mínimo bagaje, sin un hecho destacado. Obviamente, un primer premio, o varios, más un número apañado de conciertos y una lista exhaustiva del repertorio que tenemos preparado son recomendables. La primera que tuve surgió gracias a uno de esos premios tras la gira que me organizó. En este caso ella trabajaba para la organización, es decir, no para mí. Mi táctica fue pedir en cada uno de los sitios en que actué que hicieran un informe (elogioso, por supuesto) a dicha agente. Cuando volví a contactar me felicitó por los éxitos conseguidos y me ofrecí a participar en una segunda gira por donde ella quisiera. Y así fue, al año siguiente ya me tenía en su lista de artistas.
Más adelante me atreví con una agencia potente y no se me ocurrió nada mejor que presentarme directamente en la puerta, en Madrid. Toda la gente que es inaccesible por teléfono o por correo suele recibirte a la primera sin mayor problema. Es paradójico pero cierto. Tras la entrevista volví a casa sin saber qué ocurriría y a la semana recibí una llamada para que fuera a tocar a Galicia, a La Coruña concretamente. No podía creer lo que me estaba ocurriendo. Poco a poco y paso a paso iba metiendo cabeza. Pero claro, tan fácil no podía ser. Tras esa actuación empezó a pasar el tiempo y el teléfono no sonaba. Cuando no pude más les pregunté y me dijeron que la lista en la que yo estaba, la de los pianistas, era larguísima y que ellos no buscaban conciertos para nosotros sino que esperaban a que alguna entidad nos pidiera. Cuando vi los nombres de los que tenía por delante comprendí que de ahí iba a sacar poca cosa.
Afortunadamente la primera agente seguía funcionando. Mi querido amigo Pedro León también me recomendó que jamás firmase una exclusiva a no ser que estuviesen muy claras las condiciones y garantizados un número concreto de actuaciones, por lo que no eran incompatibles los agentes entre sí.
En otra agencia de las potentes me dijeron que primero me hiciera famoso y entonces me contratarían. Otro con el que me entrevisté me dijo que lo importante no era tocar el piano sino llamar la atención como fuera (como ejemplo gráfico sugirió salir desnudo al escenario). Éste es de los que sólo quería dinero, cuanto más mejor.
En fin, no quiero aburriros con mis andanzas a la busca de un representante que funcionara en condiciones. La realidad es muy fácil de resumir: trabajan por un porcentaje del caché y prefieren, evidentemente, vender una orquesta a un solista. En mis comienzos se dio en España el boom de orquestas extranjeras en gira por lo que todas las agencias se lanzaron a representarlas en detrimento de pianistas, violinistas, guitarristas y demás. Añadamos que soy español, andaluz para más señas, y siempre ha sido mejor tener apellidos impronunciables.
Como los pianistas sólo queremos estudiar y no tenernos que ocupar de la gestión, está bien que otra persona de confianza nos ayude. En mi caso fue más que una ayuda, lo fue todo. Beatriz no sólo consiguió que me dedicara a tocar, sino que dejara el conservatorio, ocupándose de las desesperantes mañanas de teléfono (y tardes y noches). Nos daban las tantas escribiendo cartas a máquina y rellenando los sobres con toda la información necesaria y las fotos. La ilusión lo podía todo y ella no dejó, aún hoy, que desfalleciera. Esto me permitió hacer una carrera a mi medida. Cada uno tiene su personalidad, su manera de ser y, como ella me conoce mejor que nadie, jamás consintió que tocara algo que no quisiera o donde no quisiera (eso a los agentes no les importa en absoluto; la caja registradora sí).
La ayuda externa es necesaria aunque conozco pianistas que llevan ellos mismos toda la gestión, pero son los menos. Si ya nos cuesta pensar en salir a un escenario, cómo no nos va a costar 'vendernos' a completos desconocidos. Pero, como dije en una de mis primeras entradas, se puede, sólo hay que ponerse a ello con todas las ganas. No tenemos nada mejor que hacer. Además, salimos ganando al rodearnos de música buena todo el día y apagando la tele o la radio, que sólo nos dan disgustos.

P.S.: Ayer viví un momento muy emocionante. Antes del concierto que iba a dar acompañando a unos cantantes, la Escolanía de los Palacios, dirigidos por Juan Manuel Busto, me dedicó esta maravilla de Amancio Prada con letra de San Juan de la Cruz. Otra vez a llorar.

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