miércoles, 12 de diciembre de 2012

Algo de magia


Hay una frase de Mozart que dice así: “Vivir bien y vivir felices son dos cosas distintas. Y la segunda, sin algo de magia, seguramente no me ocurrirá”.
Estaba a punto de escribir una nueva entrada, desperezándome de una breve siesta, cuando un ángel me la sopló al oído (más bien me la introdujo hasta depositarla en el epicentro de la cabeza). A bote pronto pensé en otra de las frases que más me impactó de este genio, que sólo quería que le quisiesen (no es poco pedir), pero vi el potencial atemporal que encerraba la primera.
Traslademos a nuestros días esas palabras y veremos que la globalización nos ha hecho instalarnos en el primer objetivo, vivir bien. Todo, absolutamente todo, se traduce en dinero. Vivir bien implica una buena casa (o, mejor, varias), coches de gama alta, ropas de diseño, joyas, relojes deslumbrantes (o pelucos)… (no sigo porque me aburre esta enumeración propia de horteras televisivos).
Parece que éste y no otro ha de ser el principal objetivo de nuestras vidas, cuando no el único.
Añadamos los tiempos convulsos que parecen eternos y esta crisis cuyos beneficiarios no están dispuestos a ponerle fin. Con estos ingredientes, lo de la buena vida está un poco más lejos de nuestro alcance. Pero ya nos está diciendo Mozart que no tiene nada que ver con ser felices, que esto necesita de algo de magia para que suceda.
Junto con la frase inicial, el ángel me sopló un añadido en forma de cuento escrito por Milena Agus en el que la felicidad había llegado a los miembros de una familia en forma de pérdida de bienes materiales junto con su mudanza a una parcela de tierra en medio de unos montes que daban al mar. La subsistencia primaria obtenida de la tierra y unas pocas gallinas, la relación pacífica con los vecinos y el alejamiento de la gran ciudad habían significado para estas personas, antes acomodadas y con buen nivel intelectual, el regreso a su camino adecuado.
Hace unos años que me trasladé a vivir a un pequeño pueblo. El mayor inconveniente es justamente el alejarse de todo lo que ofrece una urbe desarrollada, pero nada más. El jardín que disfruto no está en mi casa, sino que son cientos de hectáreas llenas de olivos, girasoles, trigales, flores silvestres, naranjos, eucaliptos, pinos, vides e innumerables hortalizas. Los animales de compañía son los pájaros, las ovejas, los caballos, los perros, las hormigas, las abejas, las mariposas, los grillos, los gatos y todo lo que podáis imaginar.
Si a este escenario le añadimos una ocupación como la nuestra, la música, y si somos receptivos y estamos alertas ante la aparición de algún hecho mágico, es muy probable que sintamos frecuentes momentos de destello luminoso. Pero estoy seguro de que la magia no necesita siquiera de un decorado. Es verdad que ayuda pero no es imprescindible. La magia nos puede llegar cuando menos la esperamos al abrir un libro, al ver una película, en torno a una buena mesa o sentados al piano. La cabeza que tanto nos cuesta dominar es la que tiene que dejarnos disfrutar con total plenitud esos momentos cotidianos que, sumados y acumulados, escribirán nuestra vida.
La magia, la felicidad, suelen llegar de manera inesperada, sin previo aviso. Tenemos que intentar que nuestro espíritu se calme, lograr un estado más o menos estable de serenidad e hilar una sucesión de vivencias, pasadas y presentes, para que el materialismo de este mundo no empañe nuestra sensibilidad y nos haga estar ciegos ante los dones que nos han sido concedidos y que nos rodean.
 
El ángel siempre me recuerda que el dinero no es más que ‘papelitos de colores’, que nos permiten comprar cosas, pero nada más. Lo importante es lo que hagamos con nuestra vida, cómo la rellenemos y con quién la compartamos. Entonces veremos que la magia existe y nos rodea. Entonces, igual comenzamos a vislumbrar la felicidad.

4 comentarios:

  1. Hoy es un día mágico 12 del 12 de 2012, que no volverá a repetirse hasta dentro de un siglo. Si pides con fuerza un deseo, dicen que éste se cumple.
    "Mil gracias" por compartir sus experiencias,ayudar y animar a los que lo necesitamos en horas de desánimo.

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    1. El deseo podría ser que el desánimo sólo durara pocas horas, o mejor aún, unos minutos.
      Muchas gracias por comentar.

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  2. Lo que resulta realmente triste es que la sabiduría y el conocimiento aquí impresos por usted son conocidos por el hombre tiempo ha, pero jamás hemos sido capaces de aplicarlo como norma prioritaria de nuestras vidas. Parece que el saber vivir nuestras vidas y conducir conscientemente nuestro objetivo real (que es siempre ser felices, lo sepamos o no) es un tema personal y aparte de cualquier tema "oficial" que los medios generales nos traten de ayudar a conseguir. En vez de apoyarnos entre todos, parece que tratamos de engañarnos a nosotros mismos y a los demás.
    Para ser tan inteligentes, aún no hemos aceptado que hace tiempo que sabemos cómo ser felices de verdad.

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    1. Por eso hay que empezar por uno mismo y de ahí hacia afuera.
      Muchas gracias por el comentario. Un cordial saludo.

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