domingo, 30 de diciembre de 2012

Escuchar música

A menudo nos centramos tanto en el estudio, en dedicar todo nuestro tiempo disponible a mover los dedos, que nos olvidamos de la música. Y no me refiero a la de la obra que en ese momento estemos trabajando sino a la música como placer, como afición. ¿No os pasa que muchas veces un aficionado, un no profesional, sabe más de un intérprete, de una pieza, de una orquesta, de un estilo o de la historia que uno mismo? Parece que nosotros deberíamos tener siempre todos los datos, que para eso hemos estudiado. Estamos oyendo un bis fuera de programa y todas las miradas conocidas se vuelven hacia nosotros a la espera de obtener un título y un autor. ¿Tenemos siempre la respuesta? Seguro que no. Y una voz lejana, de un habitual de los conciertos que igual trabaja detrás de una ventanilla en una oficina de un banco, suelta con seguridad la respuesta a la incógnita y nos deja atónitos.
Normalmente me ocurre que todo me suena, que reconozco melodías y ritmos que sigo sin problemas, pero se me queda en la punta de la lengua el título exacto. Creo que eso nos pasa a todos pues hay mucha música. Obviamente no hablo del repertorio habitual, ese que tenemos machacado a lo largo de los años, sino de obras que no hemos estudiado. Y, cuando eso me sucede, concluyo que he escuchado poco tales o cuales obras.
Igual que tenemos que elaborar nuestro repertorio, nuestra base sólida de autores y estilos, debemos tener una discoteca lo suficientemente amplia y lo suficientemente escuchada. ¿Seguro que habéis disfrutado todos los discos que tenéis? Imposible. Siempre hay una colección más grande, de esas que edita Brilliant Classics, por ejemplo, con más de cuarenta Cds. Si echamos un rápido vistazo al catálogo que tiene esta casa discográfica veremos que conocemos muy poco. Si hay infinitas partituras que jamás llegaremos ni a abrir, cuántos registros sonoros nos perderemos.
Por eso creo que es importante, vital, no olvidar que, además de profesionales de la música, somos aficionados a ella. Si dejamos de considerarla como un trabajo igual recuperamos el gusto por estar un buen rato, con o sin auriculares, simplemente transportados por los sonidos.
Ayer por la tarde, tras la sobremesa, estuvimos en casa en torno al brasero, cada uno con un libro y con la ópera Werther de Massenet de fondo. Mira que lo intento pero no puedo. No puedo leer con música pues mis sentidos se van inevitablemente hacia ella. Por eso cerré los ojos (conservando la consciencia) y dejé que la voz de José Carreras me emocionara como en tantas otras ocasiones (en una grabación dirigida por Colin Davis en Covent Garden).
En momentos así el mundo se detiene, nada enturbia mi mente, no existen los problemas. La música tiene un poder tan grande que no deberíamos olvidarlo tan fácilmente.

Hagamos propósito para el nuevo año de escuchar mucha música, de sentirla, de vivirla. Y se sobreentiende que no ha de ser sólo piano: mucha cámara, mucha orquesta... Todo y de todo. Convirtámonos de nuevo en aficionados para disfrutar, sólo disfrutar.
Feliz 2013.

2 comentarios:

  1. Me has recordado como en un remolino de memoria mis cajas de Brilliant Classics cuya extensión es de tal calibre que nunca acaba uno de procesar todo su contenido. Me has recordado en particular una edición de conciertos de piano menos conocidos, y de ellos algujos como el concierto n°2 de McDowell, el de Beach o el de Scharwenka,que me demostraron que hay miles de joyas ocultas bajo los grandes nombres. Nunca tengo la sensación de tener suficiente tiempo como para escuchar toda la música que querría, para "digerir" ciertas obras que necesito escuchar muchas veces para entender completamente. Sin embargo, considero que esto es parte de mi carrera: madurar mi oído siempre.
    P.D.: Me gusta el ambiente de tu hogar. Eso sí que es agradable :)

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    1. Muchas gracias por el comentario y la información; y, en especial, por la postdata.
      Feliz 2013.

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