domingo, 16 de junio de 2013

Madrigal


A la caída de la tarde, cuando la temperatura permite exponerse al sol sin cuidado, Beatriz y yo salimos a dar un largo paseo por el campo que da sentido al pueblo. Sólo basta enfilar la cuesta hacia la iglesia y, en menos de un minuto, desaparecen las casas y la vista se pierde entre verdes y dorados. Pronto será un océano amarillo.
El camino no es liso. Serpentea a capricho de las lindes, sube y baja en suaves olas y penetra en grandes surcos que los siglos han formado. Es allí donde la umbría refresca el cuerpo, donde el aroma reconcilia con la vida, donde la sombra...

"Mírala, Platero. Ha dado, como el caballito del circo por la pista, tres vueltas en redondo por todo el jardín, blanca como la leve ola única de un dulce mar de luz, y ha vuelto a pasar la tapia. Me la figuro en el rosal silvestre que hay del otro lado y casi la veo a través de la cal. Mírala. Ya está aquí otra vez. En realidad, son dos mariposas; una blanca, ella, otra negra, su sombra."

Sin esperarlo, de repente, a cada paso emergían de la nada silvestre pequeños grupos de mariposas blancas. Parecían darnos la bienvenida, alegremente. Las siluetas se dibujaban temblorosas sobre el verde frondoso y los colores de las florecillas.
Como si un mago las llamara a nuestro encuentro, brotaban por decenas, a cientos. La vista adelante, atrás. Un silencioso aletear sobre ramas milimétricas...

"Hay, Platero, bellezas culminantes que en vano pretenden otras ocultar. Como en el rostro tuyo los ojos son el primer encanto, la estrella es el de la noche y la rosa y la mariposa lo son del jardín matinal.
Platero, ¡mira qué bien vuela! ¡Qué regocijo debe ser para ella volar así! Será como es para mí, poeta verdadero, el deleite del verso. Toda se interna en su vuelo, de ella misma a su alma, y se creyera que nada más le importa en el mundo, digo, en el jardín.
Cállate, Platero... Mírala. ¡Qué delicia verla volar así, pura y sin ripio!"

¡Qué regocijo tocar así! Será como es para mí, músico verdadero, el deleite del piano. Todo se interna en mi interpretación, de mí mismo a mi alma, y se creyera que nada más me importa en el mundo. Cállate, Platero... Mírame. ¡Qué delicia verme tocar así, puro y sin ripio!
Hay momentos en la vida en los que todo parece posible. Todo es hermoso, fácil, verdadero. Entonces, desaparecen las nubes de tormenta. No hay miedo. Ni siquiera sabemos que somos felices, lo estamos sin más.

(Madrigal: Capítulo CXXXI de Platero y Yo, de Juan Ramón Jiménez.
Música: Cuaderno de Notas para Platero y Yo, de Alberto González Calderón).

3 comentarios:

  1. Nosotros somos "La Gaceta Musical" otro blog como el tuyo que quiere compartir música a todo el mundo. Buena entrada la tuya. Sólo queríamos decirte que hemos enlazado a tu blog a una de nuestras entradas. Es más, en una entrada entera: http://lagacetadelamusica.blogspot.com.es/2012/07/ser-concertista-de-piano.html
    Buena suerte con el blog!

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    1. Muchas gracias. Voy al blog para leer la entrada.
      Un cordial saludo.

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    2. Gracias otra vez por dedicarme la entrada. Estaré pendiente también de tu blog (muy interesante).

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