domingo, 23 de marzo de 2014

La Primavera

¡Ay, qué relumbres y olores!
¡Ay, cómo ríen los prados!
¡Ay, qué alboradas se oyen!

ROMANCE POPULAR.

En mi duermevela matinal, me malhumora una endiablada chillería de chiquillos. Por fin, sin poder dormir más, me echo, desesperado, de la cama. Entonces, al mirar el campo por la ventana abierta, me doy cuenta de que los que alborotan son los pájaros.
Salgo al huerto y canto gracias al Dios del día azul. ¡Libre concierto de picos, fresco y sin fin! La golondrina riza, caprichosa, su gorjeo en el pozo; silba el mirlo sobre la naranja caída; de fuego, la oropéndola charla, de chaparro en chaparro; el chamariz ríe larga y menudamente en la cima del eucalipto; y, en el pino grande, los gorriones discuten desaforadamente.
¡Cómo está la mañana! El sol pone en la tierra su alegría de plata y oro; mariposas de cien colores juegan por todas partes, entre las flores, por la casa -ya dentro, ya fuera-, en el manantial. Por doquiera, el campo se abre en estallidos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva.
Parece que estuviéramos dentro de un gran panal de luz, que fuese el interior de una inmensa y cálida rosa encendida.

(Juan Ramón Jiménez. Platero y Yo. Capítulo XXV, La Primavera).

4 comentarios:

  1. ¡Que reguapo estás hoy, Platero! ... ¡Que guapo estás hombre! - le repito.
    ... Aglae, la donadora de bondad y hermosura, apoyada en el peral que ostenta triple copa de hojas, de peras y de gorriones, mira la escena sonriendo, casi invisible en la transparencia del sol matinal. (de Platero y yo, capítulo 39).

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  2. Llevo varios días, entre el cambio de Biblio y lo mal que va Internet, sin leerte, así que ahora me acabo de dar un baño de sentido común, autoestima, y poesía, y me he quedado como una rosa encendida. Gracias guapo!

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    1. Gracias a ti por no cansarte y por valorar tan generosamente lo que escribo.
      Un beso fuerte, Alberto.

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