domingo, 27 de abril de 2014

Vocación (II)

Esta semana he tenido concierto ante chavales de un instituto, de entre catorce y dieciséis años, y mantuvimos un rato de charla al final del mismo. En estos encuentros las preguntas suelen ser variadas, muchas referidas al instrumento, ya que es frecuente que sea la primera vez que asisten a escuchar un piano en directo.
En esta ocasión me llamó la atención que una chica me preguntara si era famoso. Parece contradictorio pues si lo fuera no tendría que preguntármelo. Obviamente, se refería a si lo era dentro del mundo clásico. Le dije lo que pensaba, que era bastante conocido (sé que incluso más de lo que creo). No obstante, procedí a enumerarle una serie de nombres de los pesos pesados, por edad y por marketing, y no le sonaba nadie, ni Lang-Lang, ni Rubinstein, ni Plácido Domingo, ni muchos otros, pasados o actuales.
Acto seguido intenté hacerle ver que esto de la fama era una cuestión más de los medios y de las casas discográficas, empeñadas en vender a su abuela si hiciera falta. En cualquier disciplina, el mundo está lleno de gente magníficamente preparada de las que nos moriremos sin escuchar sus apellidos ni una sola vez. Y qué más da. Qué importa. Ella siguió diciendo que sí era importante porque eso traía adherida una buena y bonita suma de dinero, que, en definitiva, era el objetivo.
A lo largo de muchos años, éste ha sido un tema recurrente. Parece que la vida sólo merece la pena vivirla en función de lo material, de lo que seamos capaces de amasar. No hay más que poner la tele, abrir una revista o echar un vistazo a un periódico: sólo se te reconoce si tu cuenta corriente no es corriente. Y vengan listas de Forbes, señores y señoras más elegantes, los más guapos, los más..., de todo. También es verdad que cada día nos enteramos de que muchos de ellos lo han conseguido de manera ilícita, pero no importa, el dinero y el lujo bien lo valen.
Quise hacerle ver que, aparte de cuestiones éticas o morales, casi nadie de los allí presentes (por no decir tajantemente que nadie), iba a triunfar en esos términos. Entonces sólo tenían una salida y era, en mi opinión, prepararse y estudiar duro para, al menos, tener su vida en sus manos y poderse dedicar a lo que eligieran. Eso sí es un triunfo hoy día, cuando ya nos estamos acostumbrando (qué peligro) a sueldos que ni merecen ese nombre, horarios de la Edad Media, y, por supuesto, trabajos que jamás imaginamos que pudiésemos desempeñar ni en el peor de los casos.
Los más pesimistas ya hablan de que estudiar lo que a uno le gusta se acabó, que pertenece a otra época. Pero, si el futuro está tan negro, ¿de dónde sacaremos las fuerzas para seguir? Creo que sólo las sacaremos si dedicamos nuestra existencia a algo que nos atraiga, que nos llene y que nos insufle energía. No quita que podamos tener crisis, dudas y caídas, pero imaginad un horizonte en el que nada nos estimule.
Se quedó sin palabras, al igual que sus compañeros (y profesores). No es que yo sea muy listo, pero sí me reconozco un privilegiado. Si tenemos una vocecita interior queriéndose hacer oír, vamos a aislarnos por un momento del ruido general y a escucharla con atención. Igual nos da una alegría y nos arregla el futuro, que no sólo de pan vive el hombre.

4 comentarios:

  1. Cuánta razón. El año pasado hice selectividad y, por tanto, tuve que elegir una carrera. Fue la música, fue el piano, y no dejo de alegrarme. No fue una decisión fácil de tomar, pues me aconsejaban que con las notas que tenía, debía elegir una "carrera de verdad" o al menos compaginar la de música con otra en la Universidad. Pero me pregunté qué es lo que a mí realmente me gustaba y me hacía más feliz; y la respuesta era siempre el piano. No me arrepiento. No he sido tan feliz como hasta ahora y he de reconocer que también ha sido gracias a mis padres, que en ningún momento me han obligado o presionado para elegir algo "con futuro", sino a hacer lo que me hace FELIZ. Yo también me siento una privilegiada. Gracias Alberto. Un saludo

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    1. http://serconcertistadepiano.blogspot.com.es/2012/05/pianista-y-que-mas.html
      Aquí te dejo otra entrada más antigua por si no la has leído. Sólo puedo felicitarte por ser dueña de tu destino y apostar por aquello que te llena. Si, además, en tu casa te apoyan, fantástico.
      Ahora, a trabajar duro, a soñar y a disfrutar, siempre a disfrutar, que eso también lo tenemos en nuestras manos.
      Mi más cordial saludo, Alberto.

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  2. Bueno... yo hice una carrera de verdad... Derecho!, y actualmente, después de opositar, soy funcionaria y tengo un sueldo de los que no merecen ese nombre. Ahora con 50 años cumplidos quiero decir que estoy aquí para hacer aquello que quiero, aquello que amo; y estoy empezando mis enseñanzas profesionales de piano. Mis compañer@s son chavales de 12 y 14 años,.. y que! Soy feliz!.

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    1. Es que no nos queda otra que intentar acercarnos a nuestros sueños, que nos han vendido que esto es un valle de lágrimas e igual podemos cambiarlo.
      Así que, adelante, que siempre hay edad para ser feliz.
      Un cariñoso saludo, Alberto.

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