domingo, 20 de mayo de 2012

Pequeñas cosas

Tenía que hacer un pequeño trabajo de bricolaje, así que busqué algo que poner como música de fondo, algo que no me distrajera del todo, pues soy de los que se le van los cinco sentidos por la oreja. Rebuscando en las carpetas del ordenador, que siempre quedan cosas por oír, abrí la de María Tipo. Allí tenía una colección de cinco discos dedicados a Bach, recopilados por la Emi, incluyendo transcripciones de Busoni, las Goldberg, las seis Partitas y los Pequeños Preludios junto a otras piezas, que fue el que finalmente elegí. El sonido de la sierra se mezclaba con el del piano. Era muy agradable. Sonaba la Fantasía cromática y fuga en re menor. Pequeños parones para escuchar mejor y vuelta al trabajo.
Entonces empezaron a llegarme unos sonidos distintos. Obras tocadas desde siempre, oídas a multitud de alumnos principiantes en otras tantas audiciones, que parecían nuevas. Aceleré un poco el ritmo para intentar terminar la chapuza pero tuve que sentarme y subir el volumen tras darle al retroceso del reproductor. Me levanté de nuevo a coger la partitura, igual eran otras piezas similares. No, eran las mismas, pero vistas con una altura de miras que, más que Pequeños, eran Grandes Preludios. Cada uno con su individualidad, con voces emergentes, ritmos claros y precisos, y una recreación sonora hasta hoy desconocida por mí ante estas 'sencillas obritas'.
Es increíble lo que nos queda por aprender. Nos pasamos años enteros intentando abarcar un repertorio importante, seleccionando entre lo mejor pues no podemos con todo, y resulta que tenemos delante y nos pasan desapercibidas obras de menor entidad pero no de menor calidad. Quizás no supimos estudiarlas adecuadamente o no supieron enseñárnoslas (del verbo mostrar) en toda su magnitud, que, no lo olvidemos, hablamos de ese tal Bach que, además de veinte hijos, dejó un buen legado para la posteridad.
Vamos, manos a la obra. Dedicad un momento a redescubrir esta colección y no os arrepentiréis.
Y, claro, ya puestos, seguiremos con las Goldberg y... ¿las Sonatas de Scarlatti? Pero esta mujer es alucinante, toca como quiere. He empezado a buscar información sobre ella y sólo he encontrado una pequeña reseña en la Wikipedia. No mucho más. Pocos vídeos, pocas imágenes... Y esto me ha llevado a acordarme del comentario de un viejo amigo que decía que en música lo que impera es el marketing. No siempre me lo ha parecido, pero cada vez estoy más convencido de que lleva razón. ¿Realmente son los mejores los que suenan sin parar por todos lados? A María Tipo la conocía, por supuesto, pero apenas la había oído pues no tenía sus discos y sólo un acto sencillo me la ha puesto delante. Cada vez es más frecuente que los jóvenes intérpretes emergentes puedan dar una imagen que vender, ya no basta con tocar bien o tener una personalidad distinta. Las portadas de los discos parecen de revistas de moda, que no digo que esté mal, pero me parece sospechoso que sólo despunten los que tengan un cierto atractivo añadido. Parece que lo que interesa es vender y hay que hacerlo por la vista, rapidito, sin importar si el contenido va a satisfacer nuestras expectativas.
El poder de elección lo seguimos teniendo nosotros. No nos dejemos engañar por tal o cual casa discográfica, por el respaldo del mejor concurso archiconocido polaco o ruso, por una carita cándida que esconde una expresión de ambición... Hay mucho ruido en torno al negocio y mucho en juego. El mercado quiere vender, da igual que sean discos, libros o  salchichones y bebidas energéticas, ¿qué más da? En consecuencia, las versiones que nos van a llegar no tienen por qué servirnos de referencia pues igual desvirtuamos ciertos conceptos. Ya me referí a esto cuando comenté las colecciones de piezas de Brahms, de las que no es fácil encontrar algo más que las notas o un sonidito empalagoso.
Tomemos el control, que nos han formado para eso, y juzguemos con la mejor baza que tenemos, la partitura. Ahí está todo. Si leemos correctamente lo que está escrito, seguro que nos acercamos al original. Después vendrán, si queremos, la recreación, la imaginación y las pequeñas desviaciones del camino que permitirán que las obras sigan vivas y no mueran de aburrimiento.

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