domingo, 28 de abril de 2013

¡Que empiece la fiesta!

Necesito quitarme de la cabeza todas las ideas tremendistas que me fluyen cada vez que esos dirigentes que dicen que nos representan dan otra vuelta de tuerca al garrote vil. Que ya lo dijo Beethoven, que las instituciones sirven para aplastar los derechos humanos. Ellos a lo suyo, así que, nosotros a lo nuestro.
Son ya muchas entradas escritas y muchos los comentarios y correos recibidos. Esto me da cierta perspectiva para resaltar unos puntos que considero esenciales, más que nada para no perder de vista el sentido de este blog.
No me cansaré de repetir que en el proceso de enseñanza está buena parte de nuestra actitud futura. Si el conjunto de sensaciones, de instrucciones y de mensajes recibidos es positivo, nuestra relación con el piano lo será. Si, por el contrario, recibimos frustración, negatividad y malos consejos, irremediablemente acabaremos abandonando o, peor aún, desarrollaremos esta profesión con un peso difícil de soportar. Así que, a pesar de la burocracia inevitable, tenemos que poner de nuestra parte para conseguir formarnos con la persona adecuada, que esto dura toda la vida.
Después viene el ejercicio de lo aprendido, o sea, tocar. Me gustaría destacar que no 'exijo' la exclusividad. De hecho, es casi la norma que los que dan conciertos se dediquen a la docencia. Es una cuestión de organización, por un lado, y de actitud, por otro. El día lo vamos a tener muy ocupado para realizar dos trabajos, pero con inteligencia es factible. Me preocupa mucho más la actitud. Cada vez que surge la oportunidad de un concierto el resorte automático que nos salta es para poner excusas. Hay que trabajar en ese sentido para que nos ilusione actuar, bien en solitario o en grupo.
Otro punto importante es el compatibilizar la vida con el piano. Si queremos ser buenos pianistas tenemos que vivir. Y si hay que vivir, en algún momento tenemos que ser capaces de separarnos física y mentalmente del instrumento. No tenemos que huir ni escapar, que sólo con coger un libro o ver una película en la tele sin que nos remuerda la conciencia ya vale.
Por último, para que esto sea un buen resumen y no una plasta, tener muy claro que tocar el piano es difícil pero que dedicamos muchos años a lograrlo y lo normal es hacerlo. Como un médico, un arquitecto o un electricista. Si se estudia se consigue. Evitar desde el principio las comparaciones con otros que van por delante, suprimir los pensamientos desalentadores, disfrutar de los pequeños logros, fortalecer nuestro carácter, rodearnos de buena gente y, fundamental, relativizar nuestra actividad. Por muy elevada que nos parezca, es sólo música, que en los primeros tiempos del hombre surgió, además de como elemento religioso, espiritual o mágico, como lo queramos llamar, para disfrutar.
Hoy no entendemos ninguna celebración sin música, ninguna escena, ninguna imagen, ninguna actividad. Es más, agradecería de vez en cuando un poco de silencio. Así que, si hemos sido los elegidos, no nos queda otra: ¡que empiece la fiesta!


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