miércoles, 9 de mayo de 2012

Pianista... ¿y qué más?

Desde pequeño, cualquiera que pasaba por delante, aunque fuera desde la acera de enfrente, se atrevía sin el más mínimo sonrojo a hacerme la dichosa preguntita: ¿y qué más? Mi respuesta siempre era la misma: ¿te parece poco? Esta carrera de música siempre ha estado considerada como poca cosa, tanto a efectos oficiales como a efectos prácticos. De hecho, ahí seguimos con las dudas acerca de si somos universitarios de pleno derecho, asimilados o perjudicados. Parece que, como nos gusta, es algo así como un hobby, una diversión, un entretenimiento para las horas de ocio.
Casi todos mis compañeros de carrera estaban matriculados en la universidad: Historia, Historia del Arte, Filologías varias, Magisterio, Biología, Farmacia, Derecho, Medicina... Para mí sólo había dos explicaciones, una de las cuales me enervaba.
La primera era de índole personal. El propio músico decidía continuar en otra vía de estudio por si acaso sus dotes personales no eran suficientes para convertirlo en un destacado intérprete. O bien sus aspiraciones de saber y capacidades lo llevaban a compatibilizar ambas líneas sin detrimento de ninguna. De todas formas, los conocimientos no sólo se adquieren académicamente, los libros están ahí al alcance de todos para lo que solemos llamar 'culturita general'.
La segunda solía venir impuesta vía paterna: "déjate de tonterías y estudia algo serio que te labre un porvenir; con la música no se puede vivir ni mantener una familia". Aproximadamente. Y lo peor del caso era cuando el afectado se lo creía. El apocamiento se cernía sobre sus hombros e iba disminuyendo su esfuerzo en el teclado. Poco a poco los libros, los parciales, las prácticas y las mismas clases iban rellenando el valioso tiempo de la juventud, cuando somos auténticas esponjas, e iban desequilibrando la paridad de las dos carreras. O bien, llegados a los cursos importantes en el instrumento, se decidía por apartarlos hasta dar el último empujón a ese otro que nos concedería el título de licenciado que podríamos restregar en la cara del progenitor y colgar de por vida, acaso vuelto de espaldas.
Por desgracia, he visto demasiados casos en los que las facultades musicales mermaron por culpa de 'la otra', magníficos pianistas que en el momento clave abrieron un paréntesis que nunca pudieron cerrar. Yo dudé hasta el final. Pero siempre tuve claro que sólo haría una carrera para hacerla bien, dedicado en cuerpo y alma, sin distracciones ni impedimentos. También sé que si las horas que he pasado ante el piano las hubiera puesto al servicio de la Ciencia (sí, era y soy de ciencias) estaría cerca de conseguir el Premio Nobel o el Príncipe de Asturias, o ya lo habría conseguido.
Por eso, cuando constantemente era preguntado por mi actividad (¿y tú, a qué te dedicas?) y contestaba que estudiaba piano o que era pianista, automáticamente, en el cien por cien de los casos, la siguiente frase era interrogativa: ¿y qué más? Me sentía patético y ridículo tratando de explicar que el piano era muy difícil, que era una carrera muy larga, que el grado superior era como la universidad... Daba igual. En la expresión de la cara veía una especie de incredulidad, o quizás decepción, como si ocultara la verdad y estuviera contando una trola. Jamás he oído que hicieran esa pregunta a cualquier profesional, incluyendo oficios no cualificados. 
En una ocasión fui invitado a una barbacoa con un grupo variopinto de amigos relacionados con la universidad y la política. Asistió un peso pesado de la provincia de Cádiz y me presentaron. Su mujer, sindicalista y maestra, estuvo a punto de pedirme un acta notarial que certificara que me dedicaba a tocar el piano. No se lo creía, le parecía una broma. Aunque mis amigos dieron fe, cada vez que nos cruzábamos negaba con la cabeza como si le hubiese dicho que era Jesucristo resucitado.
Acabo de borrar el último párrafo. No quiero moralizar ni juzgar a nadie. Que cada uno haga lo que quiera. Pero sí dejar claro que ser pianista o músico es algo grande, y si otros no quieren o no pueden verlo, que les den.

4 comentarios:

  1. Leí el título y la última frase "que les den" con solo eso me basta para saber la grandeza de tus ideas. Luego leí todo ;) fantástica y realista percepción de la realidad del músico.

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    1. A estas alturas, qué menos que hablar claro. Muchas gracias por tu comentario.
      Un saludo.

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  2. muy bueno y cierto, tu blog refleja la realidad total de un pianista o alguien que intenta serlo y encuentra todas las trabas y dificultades habidas y por haber, pero si dan ganas de contestar cualquier cosa cuando te dicen eso ahh y que mas haces? ahh y porque lo haces? y a donde vas a llegar con eso? te vas a morir de hambre, etc,etc,etc.... la gente solo piensa en terminos de status,utilidad y redito economico. creo que cuando un pianista se decide a serlo en lo unico que piensa es en que es lo que ama . saludos! de argentina

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    1. Y da exactamente igual que lleves muchos años dedicado, siempre estará la famosa preguntita. Yo siempre lo comparo con el médico que abre una consulta, el abogado que trabaja por su cuenta, el fontanero autónomo... Cualquiera que dependa de sí mismo tiene los mismos problemas. Si nos vemos como unos trabajadores más no estamos tan solos.
      Para nuestra intimidad queda el que lo hacemos por pasión y no querríamos hacer nada más.
      Gracias por comentar. Un cordial saludo.

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